Sandra Faginas
Camilo Sesto fue Dios, fue el primer artista español capaz de interpretar a Jesús en un musical cuando todavía, en el año 1975, los piquetes lo acorralaban a la entrada del teatro cada noche que iba a interpretar la ópera rock Jesucristo Superstar, junto a Ángela Carrasco y Teddy Bautista, el de la SGAE, que por cierto hacía de Judas. Camilo tenía ese cielo de las estrellas que brillan incluso cuando se vive en el infierno interior.
El artista de Alcoy, que falleció esta madrugada en el Hospital Universitario Quirónsalud Madrid a los 72 años, a causa de un fallo renal, no fue precisamente un niño bien. Era el menor de cuatro hermanos, su padre era electricista y desde su pueblo natal soñaba de niño con ser Joselito o jugar al fútbol. Claro que antes, y eso pocos lo saben, fue pintor. Y su natural inquietud por la estética lo dibujó muy pronto como un cantante peculiar, original y único, que llegó a cumplir los 70 años usando prácticamente la misma talla que de adolescente. Su personalidad andrógina y su aspecto delgadérrimo, su pelo largo, sus ojos azules y su piel de porcelana, lo modelaron ante la audiencia en un equilibrio de características masculinas y femeninas. Y esa excentricidad hizo que pronto se convirtiese en el David Bowie español. «Le ayudó, como a Miguel Bosé, el no tener vergüenza a la hora de ponerse la ropa que se ponía y de hacer las canciones que hacía», afirmó en una ocasión un guitarrista de su banda.