Ana Abelenda
Un postre puede ser un comienzo, la mejor manera de empezar el día, sugiere el maestro pastelero Jordi Roca (Gerona, 1978). «Si es de los buenos, es nutritivo», dice este «postrero», la palabra que a él, para nombrarse, le sabe mejor. El benjamín de los tres mosqueteros que sostienen El Celler, que acaba de revalidar su título de segundo mejor restaurante del mundo, adora el cacao y el mango, ha roto «muchos» platos, no come pan y se recupera de una distonía cervical que le dejó sin voz. ¿Cómo se cura? «A base de ejercicio, tranquilidad y muchos mimos», cuenta. Le pregunto sobre las críticas del independentismo catalán tras ofrecer un centro de los Roca como sede de los premios Princesa de Girona y haber acogido en El Celler una cena con el rey. Pero no quiere entrar.