Galicia, víctima de las teleconexiones atmosféricas

SOCIEDAD

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A comienzos del siglo pasado, un científico inglés descubrió que los fenómenos atmosféricos están conectados. Los chaparrones de los próximos días surgieron al otro lado del Atlántico hace más de una semana

15 sep 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La responsable de los chaparrones que caerán durante los próximos días en Galicia es la misma gota fría que sembró el caos en el Levante. Durante las próximas jornadas el aire frío en las capas altas de la atmósfera será fuente de intesbilidad. Rebobinado un poco más la secuencia, se puede comprobar que el origen de la DANA en el Mediterráneo fue el huracán Dorian, que la semana pasada afectó a las Bahamas, la coste este de Estados Unidos y Canadá. La atmósfera une a todos los lugares de la Tierra, por muy lejos que estén unos de otros. Las conocidas como teleconexiones atmosféricas fueron descubiertas por casualidad en el siglo XX por un inglés durante su estancia en la India.

A comienzos del siglo pasado, Gilbert Walker, un hombre sin formación científica pero con una habilidad especial para las matemáticas, fue enviado a la India para realizar un trabajo completamente desconocido hasta ese momento para él: estudiar el comportamiento de los monzones, el régimen de precipitaciones que nutre de vida a la región. El gobierno británico estaba muy preocupado por las terribles hambrunas y la crisis en la economía del país que provocaba la ausencia de agua en la temporada de lluvias. Walker comenzó a recopilar datos de parámetros como la temperatura y la presión de todas las estaciones del planeta a través de la correspondencia. Sus investigaciones no tardarían en ofrecer datos valiosos. En los primeros artículos describía la existencia de una oscilación de presión en el Pacífico. Cuando aumenta en la parte occidental del océano disminuía en la oriental y viceversa. Esas variaciones causaban importantes efectos en las temperaturas y las lluvias de los países que bañan el Pacífico. Walker la bautizó como Oscilación del Sur y años más tarde sería renombrada por los pescadores peruanos como el fenómeno de El Niño. Había descubierto el evento natural con más efectos sobre el clima de la Tierra.

La revolución científica que protagonizó Walker también llegó hasta nuestro vecino océano. En 1923, el inglés encontró una nueva correlación de presión en el Atlántico, entre las altas de Azores y las bajas de Islandia que llamó Oscilación del Atlántico Norte. La NAO tiene una fase positiva, cuando el anticiclón se mantiene más reforzado de lo habitual y una fase negativa, durante la cual la presión del anticiclón disminuye. La NAO es hoy una de las principales fuentes que usan los meteorólogos para predecir las condiciones atmosféricas a medio plazo. Este verano su comportamiento ha jugado un papel decisivo en las condiciones tan inestables que hubo en junio y julio. 

En la Tierra existen además otras ocho oscilaciones que pueden tener efectos a escala global dependiendo de su estado. Hay una en la Antártida y otra en el Ártico. Por ejemplo, la Oscilación Ártica determina en buena medida la configuración de la corriente en chorro, tan determinante en el meteorología en Galicia.

Otras como la AMO tienen una fase negativa y positiva que se intercambian en un ciclo de unos 70 años y que afectan a la temperatura del agua polar y subropical del Atlántico. Cada una de estas fases afecta a su vez a la NAO y la AO. En definitiva, la atmósfera es un sistema caótico pero estos patrones que se relacionan entre sí proporcionan un cierto orden. Siempre se puede acudir a ellos para tratar de saber qué puede ocurrir a medio y largo plazo.