El accidente mortal que sufrió una bailarina en Ávila abre el debate sobre la seguridad de estos eventos musicales

Elisa Álvarez
Redactora

Recorren toda Galicia, no paran durante el verano y están en cualquier verbena que se precie. La vida de las orquestas gallegas es extenuante durante esta época del año y, tras el trágico accidente que le costó la vida a una bailarina de 30 años en una localidad de Ávila por el impacto de un artefacto pirotécnico, cabe preguntarse si lo hacen en condiciones de seguridad. En Galicia, al menos, la pirotecnia ya no es un problema. Se utilizó en el pasado, pero como ocurre en todo lo referente al universo verbenero, «lo que usan en otras comunidades es lo que nosotros ya hemos dejado de utilizar», explica Pablo Franco, secretario general de la Asociación de Empresarios da Verbena Galega (Asevega).

El avance en los medios audiovisuales, con pantallas espectaculares que captan la atención del espectador, hace que la pirotecnia se haya desechado, «distrae y tapa las pantallas, así que no se usa», apunta Franco. La vida en una orquesta no es una profesión de riesgo. Eso no quiere decir que no pueda ocurrir algún accidente. Para Franco, «aquí no se usa pirotecnia, el mayor riesgo es caerse del escenario». Y no lo dice en broma. Conocido fue el caso de Blas, de la París de Noia, «y este fin de semana se cayó otro chaval».

Pero hablar de siniestralidad no es justo, apunta, «si lo comparas con otro espectáculo público es enormemente seguro, tenemos siniestrabilidad cero». Ni siquiera las acrobacias, ahora tan de moda, han calado en las agrupaciones gallegas, «son minoritarias en Galicia, las hacen algunas de las grandes, pero son cuatro y me sobra una», apunta Franco.

 El mayor riesgo, el viento

Si hay algo que temen las orquestas es el viento. Los escenarios son cada vez más grandes y el efecto vela es enorme, «este agosto fue un poco atípico y se suspendieron muchas actuaciones, no nos la jugamos porque además de que los principales interesados en que no le pase nada a nadie somos nosotros, los camiones escenario valen mucho dinero y una ráfaga de viento te lo destroza», explica el secretario de Asevega, que engloba a una quinta parte de las orquestas gallegas -una trescientas-. Que un fallo provoque la caída del techo es casi imposible, dice, «se elevan con sistemas hidráulicos y llevan otros por si estos fallan, es físicamente imposible que el techo se pueda caer».

Xoán Leis, representante de orquestas y ex componente de algunas como la París de Noia o la Gran Parada, es más crítico con el devenir de este sector. Es cierto que en Galicia no se utiliza pirotecnia, pero «se ha desvirtuado hacia una atracción concierto más que a un espectáculo musical», explica Leis.

La orquesta no es una profesión de riesgo, «todo lo contrario, es totalmente divertida», pero los bailarines y trapecistas que muchas veces integran estas agrupaciones, «sí corren más riesgo porque su profesión es así», apunta. Si a eso se suma cambiar de ubicación todos los días y trabajar 25 días seguidos, «el nivel de concentración y el esfuerzo físico y mental no es el mismo el primer día que el día 19», añade este músico y representante.

Con la nueva ley de espectáculos de Galicia, que entró en vigor hace un año, la regulación de las orquestas se ha endurecido. «Nos obligan a tener unos seguros de responsabilidad civil digamos que casi exagerados», apunta Pablo Franco. También el que ampara a los trabajadores es -según el secretario de Asevega- superior al que obliga la ley «debido al convenio colectivo que tenemos». Y es que el sector de las orquestas no es pequeño en Galicia. Solo en empleo directo generan unos cuatro mil puestos de trabajo, «somos una industria, aunque no se nos preste la misma atención que a otros sectores», concluye Franco.