La mancha del Atlántico: una anomalía que preocupa a los científicos

SOCIEDAD

Mientras toda la Tierra se calienta, una región del Atlántico norte no deja de enfriarse. El deshielo del verano podría intensificar esta anomalía relacionada con la corriente del Golfo

27 ago 2019 . Actualizado a las 12:51 h.

Groenlandia y otras regiones del círculo polar ártico están registrando un verano con temperaturas muy altas que ya han generado uno de los mayores deshielos desde que existen registros, solo comparable al del 2012, que ostenta el récord, aunque todavía queda casi un mes de estación. El pasado 31 de julio se produjo el mayor retroceso en solo un día. Se perdieron hasta once mil millones de toneladas de hielo que han ido a parar al océano. Los científicos señalan que el transporte masivo de agua dulce y fría al Atlántico podría intensificar el estado de lo que ellos llaman el Cold Blob.

Año tras año, los mapas de la temperatura de la Tierra muestran un rojo cada vez más intenso. Ese color indica temperaturas por encima de la media. El paso julio fue el más cálido desde 1880. Sin embargo, hay una zona en el extremo norte del Atlántico que evoluciona justo al contrario. Cada vez está más azul, con valores por debajo de la media. «La mancha azul del mapa que se repite cada año se conoce como Cold Blob y sus porqués y repercusiones ocupan hoy los esfuerzos de muchos oceanógrafos», reconoce Marcos Fontela, investigador del CSIC en el Instituto de Investigaciones Marinas de Vigo.

Una de la tesis que explica el origen de esa región de aguas frías apunta a las alteraciones que está experimentando actualmente la corriente del Golfo. Este transporte de aguas cálidas comienza frente al golfo de México, asciende hacia el norte y cuando llega cerca de Islandia se hunde al perder temperatura y ganar salinidad. Hace unos meses dos artículos en la prestigiosa revista científica Nature señalaron que este intercambio de aguas se ha reducido alrededor de un veinte por ciento en los últimos 150 años. «El agua de superficie está más fría y el océano ha ido perdiendo calor desde la superficie a los mil metros de profundidad. Hay extensas áreas del Atlántico Norte cuya agua superficial está hoy dos grados centígrados más frías que a finales de los 90», asegura la publicación.

Las mediciones confirman una y otra vez esa tendencia hacia el enfriamiento en la región subpolar del Atlántico Norte en el contexto de calentamiento global. Esta anomalía tendría consecuencias directas sobre la meteorología en toda Europa. «El norte del continente depende en gran medida de la cantidad de calor que transporte el Atlántico hacia el norte. Si disminuye, los inviernos pueden ser más fríos», advierte este investigador gallego.

La anomalía en el Atlántico norte podría generar lo que la comunidad científica denomina «cambio abrupto». El clima es un sistema que varía lentamente pero los efectos de este tipo de sucesos ocurrirían más rápido. 

El caso gallego

El caso de las aguas gallegas también presenta una particularidad. A pesar de que suelen estar frías por efecto de los afloramientos costeros, nuestras aguas son subtropicales y por tanto deberían estar calentándose, algo que sí está ocurriendo en otras zonas situadas en esta misma latitud.

El responsable de este fenómeo no está tanto en el océano sino el cielo. Según un estudio reciente publicado en la Revista Internacional de Climatología se está produciendo un aumento de las nubes altas en un área que abarca desde el sur de Azores hasta el oeste de la Península. Este tipo de nubes actúa reflejando la radiación solar y por tanto impide que el agua pueda calentarse de forma directa.

La investigación añade que el incremento de este tipo de nubosidad en esa zona en concreto puede estar relacionada con la invasión de polvo procedente del Sáhara. De acuerdo con estas investigaciones, las partículas estarían actuando como núcleos a partir de los cuales se forman las nubes.