Un loro coruñés, triste porque la ley animal lo sacó de la farmacia donde «trabajaba»

Candela F. Roldán

SOCIEDAD

ABRALDES

El animal llevaba cuatro décadas en una botica de Labañou, dando los buenos días a los clientes

13 ago 2019 . Actualizado a las 17:36 h.

Tarzán llevaba trabajando 40 años en la farmacia de Javi, en la calle Honduras de A Coruña. No es un loro cualquiera, sino un maravilloso ejemplar de 45 años que era considerado un empleado más de la botica. «Todo el mundo venía a ver a Tarzán. Es uno más de la familia», afirma el dueño del local, Javier Ramiro.

El padre de Javier adquirió este negocio hace 40 años con una única condición: que el loro continuara en ella. Y es que Tarzán ya vivía en la farmacia que había anteriormente en el lugar, donde compartía espacio con un perro y varias tortugas y peces. «Yo compré un negocio donde la titular tenía un montón de animales porque era una auténtica apasionada de ellos», explica Javier.

Pero los 40 años de Tarzán en la botica de Labañou han sufrido una brusca interrupción este mes. El loro ha tenido que abandonar lo que ha sido su hogar durante cuatro decenios. Una nueva ley de sanidad prohíbe la estancia de animales en las farmacias y otros locales. «No comprendo cómo podemos retroceder así. Cada vez son más las cafeterías y establecimientos públicos que permiten la entrada de animales», protesta su dueño.

Tarzán, que así se llama porque procede «de la selva», saludaba a todos sus clientes con un «Hola, buenos días», y estaba acostumbrado a participar del café de descanso de las trabajadoras. «Fíjate si era listo, que controlaba las horas del café de las empleadas y ellas les dejaban caer un par de galletas de vez en cuando, de regalo», se enorgullece el propietario.

Este loro no era una simple diversión para trabajadoras y clientes, era el alma de la farmacia. Tanto es así, que algunas lloraron tras su marcha. Para ellos ha sido como una jubilación anticipada, ya que consideran que Tarzán aún no estaba preparado para marcharse.

A día de hoy, Tarzán se encuentra en Gandarío, en casa de Mari Carmen Vidal, una de las dependientas a la que el ave guarda más cariño. El loro está «triste» y echa de menos el ajetreo de la farmacia. Después de 40 años tendrá que acostumbrarse a una vida más relajada, sin tanto lío, al lado de Mari Carmen, su excompañera de trabajo y ahora compañera de piso. Tarzán era el rey de la farmacia para todos ellos y, aunque el pájaro ya no pueda estar allí, lo echan de menos todos los días.