Manzanares mantiene viva la feria

SOCIEDAD

OSCAR VIFER

El matador alicantino abrió la puerta grande de la plaza de toros de Pontevedra tras cortar tres orejas a sus dos astados. Morante y El Juli se fueron de vacío

12 ago 2019 . Actualizado a las 11:10 h.

Su puñetazo contra la madera de la barrera fue más elocuente que el semblante serio del presidente de la plaza de toros de Pontevedra. Julián López, El Juli, era muy consciente de que su fallo con el acero le acababa de privar de lograr algún triunfo en la feria taurina de A Peregrina.

El madrileño tuvo dos muy meritorias lidias. Con Trompeta, que demostró fuerza y embestida, se lució con el capote, pero, a la hora de la espada, tuvo que recurrir al descabello. La plaza lo despidió entre aplausos y cariño, pero no vibro como antaño en el que su nombre era coreado a voz en grito por la afición del Lérez.

Es algo que a punto estuvo de reverdecer con su segundo, de nombre Rompe-Charchos, algo más manso que el primero. El Juli fue a por todas sacando adelante una lidia de gran merito y arrojo, pero, de nuevo, estuvo aciago con la espada: dos pinchazos y, a la tercera, un estoque fulminante. Y de nuevo, aplausos.

Si El Juli se fue de vacío del coso de San Roque, otro tanto hay que decir de Morante de la Puebla, quien no pudo repetir la puerta grande del 2018. Es cierto que lo de este año no puede ser achacado al matador, ya que a su primero, Toledano, le fallaron las fuerzas desde el primer minuto. El presidente hizo oídos sordos al clamor que pedía su sustitución y el matador, tras haber cuajado un par de buenos capotazos, optó por la vía rápida. El acero y, posteriormente, el descabello dieron muerte a un toro que nunca debió pisar la arena.

Con Limonero fue otra cosa. Y de hecho, su rostro, tras matar de una estocada, denotaba la felicidad del trabajo bien hecho... No vio lo mismo el presidente de la plaza, quien consideró que su temple, su toreo despacio y su arte levantando al respetable de sus asientos no era merecedor de trofeo alguno. La pitada del público a la decisión de dejar sin oreja a Morante posible se escuchó al otro lado de la Raya.

Y en estas que llegó el triunfador de la feria taurina de A Peregrina, José María Manzanares. La primera de sus faenas, a Economista, redonda y rotunda, de esas que levantan olés por doquier ya sea con la muleta o con el capote. Y si a esto se le suma un Alcurrucén bravo, con fuerzas y brío, así como un estocazo fulminante, ocurre lo que ocurre... que el torero se lleva las dos orejas y el astado es despedido entre aplausos por un público puesto en pie.

Quizás la del sexto, Chalán, fue una faena más completa en lo que a detalles técnicos se refiere y que remató con un tres cuartos de estocada. El presidente se hizo de rogar hasta que accedió concederle una oreja, pero no quiso saber nada de otorgar la segunda ante una plaza que superó holgadamente los tres cuartos de entrada y a punto estuvo de colgarse el cartel de no hay entradas.