El «jet stream» amenaza a la aviación mundial

SOCIEDAD

Un estudio publicado en Nature señala que las turbulencias más violentas podrían triplicarse a  partir del 2050

21 ago 2019 . Actualizado a las 18:00 h.

La corriente en chorro o jet stream es una autopista de aire que existe en las capas altas de la atmósfera y cuyos vientos pueden superar los 400 kilómetros por hora. Se encuentra donde confluye el aire cálido que asciende desde el sur con el frío que desciende del polo. Su configuración actual explica, en buena medida, las condiciones tan inestables que Galicia está sufriendo desde que comenzó el verano: en lugar de circular de oeste a este, como debería, lo hace de norte a sur. El meandro que desciende sobre el Atlántico norte canaliza aire gélido que debilita al anticiclón de las Azores.

 

Esta corriente siempre ha sido un aliado natural para los vuelos que se desplazan hacia el este, ya que permite ahorrar tiempo y combustible. En febrero de este año, un avión que cubría la ruta desde Los Ángeles a Londres alcanzó una velocidad de 1.259 km/h aprovechándose del jet stream por lo que recortó una hora la duración media del trayecto.

Sin embargo, según una investigación publicada hace unos días en la revista Nature, esta corriente podría generar serios problemas en la aviación en las próximas décadas. Los científicos detectaron un cambio en la velocidad del viento con la altura, conocido como cizalladura vertical. A partir de observaciones satelitales, los responsables del trabajo identificaron un aumento del 15 % en la cizalladura vertical entre 1979 y el 2017, un escenario que se ajusta a las consecuencias del calentamiento global. Los investigadores advierten que es imposible pretender modificar la temperatura global sin tener un efecto en los patrones de viento.

Esta intensificación de la cizalladura vertical se traduce en un aumento importante de las turbulencias. Señalan que este contratiempo va más allá de un bache aislado durante un vuelo que obligue a los pasajeros a tener que abrocharse los cinturones. Los modelos prevén grandes áreas de turbulencias que los aparatos tendrán que evitar, modificando las rutas convencionales; en consecuencia, aumentarán el tiempo, el precio y la emisión de gases de efecto invernadero. El estudio incluso ha cuantificado que la cantidad de turbulencia más violenta en la atmósfera podría duplicarse o triplicarse para el período 2050-2080.