La escaleras de Roma ya no son para sentarse

Álvaro Soto ROMA / COLPISA

SOCIEDAD

CLAUDIO PERI

El ayuntamiento de la capital italiana prohíbe acomodarse en las legendarias escaleras de la Plaza de España y anuncia multas de hasta 150 euros

07 ago 2019 . Actualizado a las 17:40 h.

La típica postal en la que decenas de turistas estaban sentados en las escalinatas de la Plaza de España, ya es cosa del pasado. El Ayuntamiento de la capital italiana ha aprobado una normativa para multar a todos aquellos que quieran sentarse en los legendarios 135 escalones que unen la plaza con la Iglesia de la Trinidad de los Montes, según informa Colpisa.

Para cumplir con el objetivo, ocho agentes de la Policía Municipal se encargan de vigilar la zona, por ahora sólo con silbatos, con los que advierten a los que se acomodan en el monumento. Pero pronto se pasará del aviso a la sanción, y ya se prevén multas de hasta 150 euros a quienes incumplan la orden, una cifra que puede alcanzar los 400 si se realizan daños, como pintadas o incisiones, a los monumentos. Esta decisión esta motivada por el incidente ocurrido en el 2015, cuando los hinchas del equipo holandés del Feyenord destrozaron la fuente de la Barcaccia, de Bernini, otro de los emblemas de la plaza. El presidente de la Asociación de Comerciantes de la Plaza de España, David Sermoneta ha confesado tras la medida: «Por fin esos escalones del siglo XVIII están libres de bárbaros».

La escalinata de la Trinidad de los Montes es uno de los tesoros del patrimonio de Roma. Diseñada por el arquitecto Francesco de Sanctis, se construyó entre 1723 y 1726 por iniciativa de Francia, propietaria de la iglesia, y fue inaugurada por el papa Benedicto XIII con ocasión del Jubileo de 1725. Fue declarada patrimonio de la Humanidad por la Unesco, escenario de la película Vacaciones en Roma  y convertida en pasarela para los desfiles de las firmas de moda más importantes. Su última limpieza en el 2016 y estuvo financiada por la empresa de joyería Bulgari. Ya entonces se prohibió que los turistas pudieran comer y beber en ella, aunque la alcaldesa de la ciudad, Virgina Raggi, decidió permitir que la escalera se mantuviera abierta día y noche, desoyendo las peticiones de los vecinos que reclamaban medidas más duras. 

Por otra parte, las medidas «antiturista» no se limitan a esta zona de Roma, sino que se extienden a los principales monumentos de la urbe. La normativa del Ayuntamiento exige a los visitantes «decoro». Los agentes patrullarán por otros puntos clave que también son «patrimonio histórico, artístico y arqueológico», como la Fontana de Trevi, para que nadie vista de manera indecente.

Una vez más, la masificación turística, que afecta a ciudades de todo el mundo, pero a las italianas de una forma especial, está detrás de la decisión adoptada por el Consistorio romano. La capital sigue la estela restrictiva de Venecia.