La «megasequía» de Chile, una advertencia para Galicia

SOCIEDAD

José Caviedes

El país sudamericano acumula ya una década con un intenso déficit de lluvia. Chile comparte varias singularidades meteorológicas con la comunidad gallega.

05 ago 2019 . Actualizado a las 09:40 h.

Desde el año 2005, Galicia ha sufrido cuatro períodos de sequía. Los más intensos de la historia fueron los dos últimos: en el 2012 y el 2017. En ellos, jugó un papel fundamental el anticiclón subtropical de las Azores, que al contrario de lo que está haciendo este verano, ascendió hacia el norte y bloqueó el paso normal de las borrascas y sus frentes asociados, que son la principal fuente de lluvia en la comunidad.

La sequía del 2016, que se prolongó en el 2017, dejó muchos embalses en un estado crítico. El déficit pluviométrico a punto estuvo de provocar el colapso en ciudades como Vigo. Y solo duró dos años. Por ello cuesta imaginar la situación que vive la región central de Chile, donde las precipitaciones escasean ya desde hace una década. Los científicos hablan de «megasequía» para definir el fenómeno. «No existe una definición como tal pero es mucho mayor que la duración de una sequía que aparece en el registro histórico, que suelen tener una duración típica de uno a tres años», comenta Roberto Rondanelli, investigador de Geofísica en la Universidad de Chile.

El origen de este evento extremo se encuentra en un calentamiento de las aguas del Pacífico en una región cercana a Nueva Zelanda. La anomalía cálida ha alterado la circulación atmósferica. «Produce cambios en la precipitación y circulación subtropical que se traducen en un tren de ondas que finalmente se manifiesta con una circulación anticiclónica anómala. Esta condición anticiclónica hace más difícil la formación de borrascas de latitudes medias que son las que entregan precipitación en nuestro país», explica el meteorólogo.

Hace unos días científicos chilenos publicaron un artículo en la revista International Journal of Climatology sobre la causas de esta sequía de dimensiones bíblicas aunque desconocen qué hay detrás de las aguas cálidas. «Sabemos que están ahí y que se han intensificado en las últimas décadas. Puede que sea parte de la respuesta oceánica al calentamiento global o un ciclo natural», asegura.

La crisis que vive Chile en la actualidad sirve como advertencia para Galicia. Ambas son regiones situadas en latitudes medias y localizadas al oeste de sus respectivos contienente, donde las borrascas impactan con los frentes. Los anticiclones semipermanentes (el nuestro es el de las Azores) generan fenómenos como el afloramiento. Las aguas chilenas son también muy productivas. «Compartimos además que la respuesta al cambio climático en ambos casos es una disminución de las precipitaciones, como sucede en otras regiones que bordean la parte oeste de los continentes. De momento parece algo exclusivo del Pacífico pero fenómenos similares podrían ocurrir en otras partes del planeta», advierte.