El lío de las estaciones: En realidad estamos en primavera

SOCIEDAD

CÉSAR TOIMIL

Si se toma como referencia el «verano», el tiempo se está comportando como debe. A lo largo de la historia se han llevado a cabo varios ajustes que han dado como resultado una curiosa paradoja.

01 ago 2019 . Actualizado a las 15:21 h.

Si tomamos como referencia el verano, en realidad, el tiempo se está comportando en Galicia acorde con esa estación, cambiante y en muchos momentos inestable. Y así seguirá durante el mes de agosto, según la previsión mensual publicada por la Aemet. El calor intenso, que brilla por su ausencia, es propio del estío, una estación que hoy es historia pero que en el pasado fue tan real como el resto. De hecho, antaño había cinco, tal y como quedó reflejado en El Quijote. «Pensar que en esta vida las cosas della han de durar siempre en un estado es pensar en lo escusado; la primavera sigue al verano, el verano al estío, el estío al otoño, y el otoño al invierno, y el invierno a la primavera, y así torna a andarse el tiempo con esta rueda continua», dice la famosa obra.

Antes de que Cervantes escribiera esas líneas, solo había cuatro: otoño, invierno, primavera y estío. Por entonces, las estaciones eran muy diferentes. La primavera empezaba en enero y terminaba en junio. El estío comprendía los meses de grandes calores, julio y agosto. Pero los sabios de la época se dieron cuenta de la mala organización, sobre todo en el caso de la primavera. Entendieron que duraba demasiado y que las condiciones entre el inicio y el fin eran muy diferentes. La decisión que se tomó fue dividirla en dos y, de esta forma, se produjo la primera reorganización. Pasaron a ser otoño, invierno, primavera (del latín «prima-vernus» que significa principio de la primavera), verano (que procede de «vernus» y que en realidad quiere decir también primavera) y estío. Así permanecieron durante años hasta que después del siglo XVII la ciencia viviría una revolución protagonizada por hombres como Galileo, Copérnico y Newton.

El conocimiento científico permitió ajustar nuevamente las estaciones, ya que aún seguían sin tener una duración estable. Todas se corrieron unos meses en el calendario. El verano ocupó el período más caluroso del año, sustituyendo al estío, que acabó pasando a mejor vida. Sin embargo, en la actualidad, aún nos referimos a estos meses como período estival. La historia ha eliminado, por tanto, la estación equivocada. Lo justo hubiese sido conjugar la vieja estructura de las cuatro estaciones con los nuevos conocimientos. De esa forma hoy debería haber otoño, invierno, primavera y estío, cada una con su correcta duración, marcada por los equinoccios y los solsticios.