Mamadou por fin vuelve a sonreír

Marta Otero Torres
marta otero REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

EDUARDO PEREZ

Tres niños han venido ya a Galicia con la oenegé Infancia Solidaria para ser tratados de problemas de salud

28 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

A Mamadou le gusta llevar su sudadera azul colgada como si fuera la capa de supermán. Este superhéroe de ocho años es el tercer niño que llega a Galicia para operarse gracias a la oenegé Infancia Solidaria. A su lado, su hermano español de origen chino, Li (hijo de Ana y Emilio, la familia que le acoge) le mira siempre con una sonrisa en la cara.

Este pequeño de una zona rural de Gambia llegó a A Coruña con su madre, Aminata, y un diagnóstico muy escueto. «Ni siquiera un folio, casi una servilleta», explica Fran Uzcategui, coordinador de la entidad en Galicia. A los cuatro años le habían operado en su país de un problema de incontinencia de orina, pero la operación le dejó secuelas y le obligaba a llevar pañales. «No podía ir a la escuela ni se integraba con los otros niños», añade Fran.

El de Mamadou no era un problema de vida o muerte, pero su sonrisa se había apagado. Tras varias pruebas en el hospital materno de A Coruña, decidieron que el problema era posiblemente psicosomático. «Cuando se operó le pusieron sondas y eso le originó un trauma que le llevó a aguantarse las ganas de hacer pis. Ahora su vejiga es muy grande para su edad», cuenta el coordinador. De momento, le están haciendo pruebas y probando con un programa de reeducación, «pero la intervención no está descartada del todo».

La familia que acoge a Mamadou está encabezada por otra heroína de carne y hueso. Ana Vázquez padece desde niña una enfermedad que afecta a sus articulaciones y a algunos órganos. Hace cinco años adoptó con su marido a Li, un pequeño chino con un trastorno del espectro autista. Pero si le dicen que es una valiente, ella le quita importancia. «Cuando arrastras una enfermedad desde pequeña aprendes a superar los obstáculos porque non che queda outra. Al final te conviertes en una superviviente y a los supervivientes ya sabes, o que lles botes», explica mezclando gallego y castellano, con una franqueza que impacta.

Ana, Emilio y Li abrieron las puertas de su casa a Mamadou y Aminata. Reconoce que al principio el choque cultural fue importante. Sin contar la infranqueable barrera del lenguaje. «Durante un tiempo estuvimos observándonos -confiesa-, para ver un poco que hacía el otro y saber cómo actuar. Ahora ya hay un clima de confianza: ellos están a gusto y nosotros también».

Para Ana, la magia llegó de mano de los niños. «Es la parte más enriquecedora. Me parece increíble como dos niños sin hablar el mismo idioma se entienden. El segundo día ya los vi jugar. No había ni un idioma compartido ni intereses comunes, pero en un momento sí que había comunicación». Mamadou y Li son ya casi como hermanos. «Discuten y se pegan, pero también se defienden. Cuando vamos a la piscina Mamadou juega con los niños más mayores, pero está pendiente de Li y si le salpican lo defiende».

Li llegó de China con un año y pico. Además del TAE arrastra también un problema de apego. «Llegó muy pequeño -aclara su madre-, pero en ese año y medio no tuvo ningún apego, y el apego es lo que forma la inteligencia». Hoy va a terapia para tratar su ansiedad y una hipersensibilidad a los ruidos, los olores y los colores. También para el habla, con la logopeda. Hasta ahora no sabía lo que era compartir, ahora con Mamadou está descubriendo un mundo nuevo. «Igual ahora si estamos en una cafetería te dice que no quiere darle churros a Mamadou, pero luego si vamos a algún lado sin él enseguida pregunta si nos lo olvidamos», cuenta Ana Vázquez.

Una de las principales ventajas de Infancia Solidaria es que los niños vienen con sus madres. Aminata, la madre de Mamadou, también se entendió fácilmente con Ana, a pesar de las grandes diferencias en el papel de las mujeres europeas con las de su etnia. «Yo creo que cuando me vieron en shorts, tomando cerveza y conduciendo les chocó mucho -recuerda Ana-. A ella le llamó mucho la atención porque es una imagen de la mujer a la que no están acostumbrados».