¿Te atreves a perderte en el interior de Ourense?

Cristóbal Ramírez LA VOZ

SOCIEDAD

M. MARRAS

Una ruta de 7,5 kilómetros descubre la belleza de la gran llanura de A Limia

23 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

No viene un verano muy caluroso, al parecer. Ni siquiera en Ourense. De manera que la oportunidad es buena para caminar por los linderos de la gran llanura de A Limia, dejando atrás Xinzo primero y Rairiz de Veiga y A Saínza (centenaria batalla de moros y cristianos por la Merced) después. Casi un kilómetro más adelante del desvío a la derecha a Congostro y Santrandé (señalizado, y además lo marca un cruceiro) hay que detenerse en la primera pista de tierra que arranca a la derecha. Ese es el kilómetro cero de una ruta que solo los que están muy en forma se atreven a hacer en bicicleta de montaña. Por lo tanto, si el viajero llega a Ponte Liñares con su iglesia a la izquierda es que se ha pasado.

La primera parte la conforman 2,4 km en ascenso muy sostenido que procede tomar con calma, aunque recorrerlos no resulta hazaña imposible ni mucho menos para los adolescentes de la familia, que no desperdiciarán la oportunidad de hacerse una foto inicial ante unos miliarios romanos auténticos (1) tras un mínimo desvío a la diestra.

El siguiente cruce está muy pocos metros más allá, donde se toma la derecha, para ir entre un gran bosque de pinos que remata en un área recreativa (2) que vivió épocas mejores, pero que en cualquier caso sirve como escenario de una parada que agradecerán las piernas.

Vienen curvas, siempre subiendo, que rematan en un cruce (km 1,8). A la izquierda, para dejar a la espalda una pequeña caseta de cazadores (3) y meterse en el km 2,1 por un cortafuegos (4), sin duda los 200 metros más incómodos del itinerario. Quedan cinco minutos para alcanzar la cumbre de la montaña, donde en su momento los portugueses alzaron el castillo de Celme (5), del cual quedan mínimos restos en forma de sillares graníticos. La panorámica sobre a Limia, única y simplemente impresionante.

Descenso hasta el cruce del km 1,8, y giro a la izquierda sin hacer caso de las desviaciones. Se describe un gran arco que va a rematar en el km 5,4, a los pies de un enorme y magnífico castro sin excavar (6). Esa es la entrada a la aldea de San Miguel (atención al horno recuperado a la salida), donde comienza el asfalto. Queda a la derecha una casa de turismo rural (7), y se baja hasta Congostro, conocida por su notable «aira de canastros». En una de sus esquinas abre sus puertas una tasca preciosa (no dan comidas).

Se sigue bajando y poco antes de la carretera arranca a la izquierda un camino de tierra, poco cómodo en algunos puntos, que va a llevar de nuevo hasta los miliarios y, por lo tanto, al punto de partida. Entonces se llevarán en las piernas 7,5 km.