El agua de Monte Neme acumula restos de wolframio, estaño, hierro y sílice

Antonio Longueira Vidal
Toni Longueira CARBALLO / LA VOZ

SOCIEDAD

Ana Garcia

La Xunta dice que el acceso a la antigua mina está prohibido, por ser propiedad privada

22 jul 2022 . Actualizado a las 20:15 h.

Cada vez son más los amantes y supuestos expertos en redes sociales, sobre todo de Instagram, los que, de forma contraproducente y peligrosa, se dan un baño en las embalsadas aguas de la antigua mina y cantera de Monte Neme, sin ser conscientes de los peligros que eso conlleva. Tampoco ayudan ciertos comentarios y «likes» realizados, en su mayoría, desde la ignorancia y el desconocimiento. Al revés, cada vez son más los que se acercan a este entorno, convirtiéndolo en uno de los más visitados de la Costa da Morte en las últimas semanas. La polémica del Monte Neme llega a la política. Antón Sánchez, del grupo parlamentario Anova, pide a la Xunta que tome medidas para impedir posibles accidentes en el entorno. 

¿Qué es Monte Neme?

Es un entorno de casi 400 metros de altura que hace de frontera natural entre Carballo y Malpica. La actividad minera arrancó un 18 de junio de 1923 y quedó finiquitada el 25 de septiembre del 2012, cuando la empresa que gestionaba los derechos mineros, Leitosa S.A.U., solicitó el concurso voluntario de acreedores ante el Juzgado de lo Mercantil número 3 de Valencia.

¿Qué se extrajo de esta concesión minera?

Los derechos mineros de Monte Neme se dividieron en diez partes: Rima, Galaica, La reconquista, Complemento a Reconquista, Brión, Nétoma, Vilariño, Ampliación a Nétoma, Samar y Teresa de Jesús. Monte Neme se hizo famoso por ser rico en wolframio, un material empleado en la Segunda Guerra Mundial para la elaboración de armamento. De aquí se extrajo también estaño e, incluso, hierro, aunque en menor cuantía. Sin embargo, desde hace muchos años la extracción de estos minerales dejó paso a la de áridos para el sector de la construcción y obra civil.

¿Qué queda de toda aquella actividad?

Enormes y peligrosos taludes, algunos de ellos de más de 40 metros de altura, un terreno tremendamente inestable debido a la acumulación de áridos y unas balsas -en febrero del 2014 una reventó en plena noche y liberó 24.000 metros cúbicos de agua y otros restos ladera abajo y una segunda fue sellada en noviembre del 2016- de color turquesa (por efecto de la presencia de sílice), que se han convertido en el gran atractivo de turistas, curiosos y supuestos expertos en redes sociales.

¿Es peligrosa el agua de las balsas?

No es peligrosa hasta llegar al punto de causar graves daños para la salud, pero sí que puede provocar, y así lo han confirmado varios instagramers, reacciones cutáneas, irritaciones en los ojos y alguna que otra vomitera. El color turquesa es consecuencia de la alta presencia de sílice, un producto que no es tóxico, «aunque sí mancha un poco la piel», tal y como aseguró a La Voz Manuel Ferreiro, médico adjunto del servicio de urgencias del Chuac herculino. El facultativo explicó que un baño esporádico puede provocar problemas irritativos en la mucosa ocular y en la piel, con alguna formación de costras y sarpullidos. Si el incauto bañista traga algo de agua puede sufrir algún episodio de diarreas, vómitos y cólico abdominal, «pero en principio nada importante», según este doctor. En todo caso, es evidente que este agua, consecuencia de una intensa actividad minera acumula restos de «metales» como wolframio, estaño y hierro. Otro peligro de las balsas es la inestabilidad del terreno en el que se ubican.

¿Quién es el responsable último en caso de que ocurriera una tragedia?

Es una de las preguntas del millón. Los derechos mineros de Monte Neme caducaron el 27 de julio del 2015. Desde la Xunta de Galicia, a través de la Consellería de Economía, Emprego e Industria, apuntaron ayer que los terrenos en los que se ubica la antigua mina y cantera son de «titularidad privada», transferidos de nuevo a sus antiguos y legítimos dueños, la mancomunidad de montes de Razo. Por otra parte, y de forma paralela, la Xunta lleva cuatro años pleiteando con los últimos administradores del yacimiento y con el administrador concursal nombrado por el juzgado de lo mercantil de Valencia para que acometa, hasta la fecha sin éxito, el plan de restauración, presupuestado por la Xunta en 794.000 euros.

¿Qué dicen en la Xunta al respecto?

Recuerdan que se trata de una propiedad privada, cuyo acceso está prohibido y que cualquiera que acceda a este entorno «lo hace bajo su responsabilidad».