Lo demuestra el hecho de que «no hay conflictividad ni judicial ni extrajudicial por esta cuestión», por lo que, a su juicio, «no hay necesidad social para cambiar el modelo».
La ley española contempla la regla del anonimato «de una manera flexible», de tal forma que «no es imposible saltárselo cuando hay una necesidad justificada de contactar con el donante, en caso de enfermedad grave o si peligra la vida de los niños que han nacido por esas técnicas».
Fuera de estas circunstancias, «conocer el nombre y apellidos del donante no aporta nada», según este abogado.
Para Rocío Núñez, doctora en biología, experta en reproducción asistida e integrante del grupo de trabajo de la SEF, «desde un punto de vista ético y social, la familia es en la que se ha nacido, la otra persona ha puesto los gametos y no tiene ningún derecho ni ninguna responsabilidad sobre el niño».
El modelo español está avalado por el Tribunal Constitucional (TC) en una sentencia de 1999 que lo consideró equilibrado porque contemplaba excepciones «y ayudaba a proteger los intereses en juego, en primer lugar, los del niño, pero también los del donante, que tiene derecho a que no se vea violentada su vida en el futuro por una reivindicación».
El anonimato en Europa
No ha ocurrido así en Portugal, donde una sentencia también del TC obligó a modificar la ley el pasado año. Este país se sumaba así a otros como Suecia, Austria o el Reino Unido, donde en 2005 se estableció que a partir de entonces el donante debía admitir que pudiesen identificarle.
Un modelo similar al español lo tienen en Europa Italia, Grecia, República Checa o Francia.
En este último país se está llevando a cabo «una importante campaña» para abolir el anonimato, liderada por adultos que nacieron por inseminación de un donante, ha explicado el profesor Daniels.
Menos donantes
Para el presidente del Comité de Bioética «el derecho a la identidad es esencial, saber de donde viene uno es como conformar su futuro», ello teniendo en cuenta que la reproducción asistida «es un negocio, pero que da felicidad a muchas personas y en un contexto de bajos índices de natalidad, cumple un fin social».
El principal temor de los profesionales y de las clínicas es la disminución del número de donantes que lleva aparejado la eliminación del anonimato como ha ocurrido en otros países, cuyos ciudadanos acuden a España para someterse a técnicas de reproducción asistida.
Según el Registro Nacional de Actividad-Registro SEF, del Ministerio de Sanidad, el número total de ciclos de fecundación in vitro realizados en 2016 (último año del que se dispone de datos) fue de 138.553, mientras que en el caso de la inseminación artificial fueron 36.463.
Perfil del donante
En los países que permiten conocer la identidad, con el tiempo se van recuperando los donantes, aunque ha cambiado su perfil. «son personas más solidarias e involucradas», asegura De Montalvo.
Actualmente en España, el donante de semen es un varón de entre 18 y 23 años; antes el 90 % eran estudiantes, ya no. En el caso de la donación de óvulos, generalmente son mujeres menores de 28 años aunque la ley permite donar hasta los 35 años.
Y en cuanto a la motivación, el perfil medio es una mezcla de altruismo e interés económico, indica la doctora Núñez.
Aunque la donación no se cobra, los centros han establecido en concepto de compensación una paga de 50 euros para los hombres y unos 1.000 euros para las mujeres, puesto que el proceso de donación en ellas es mucho más complejo.