Los protagonistas de «La casa de papel»: «La ficción no anglosajona está siendo más efervescente e imprevisible»

beatriz pallas REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

El Profesor, Berlín y Lisboa estarán en la tercera temporada de «La casa de papel», que llega a Netflix el 19 de julio

25 sep 2019 . Actualizado a las 19:48 h.

El mismísimo Stephen King definió las dos primeras temporadas de La casa de papel como «una pasada». La serie, que nació en Antena 3, se convirtió en un fenómeno mundial gracias a la difusión de Netflix, de la mano de la cual se ha producido una tercera temporada que se estrena en la plataforma el 19 de julio y se graba ya la cuarta. En sus ocho nuevos capítulos, estarán Pedro Alonso (sí, de nuevo como Berlín), Álvaro Morte (El Profesor) e Itziar Ituño (Lisboa), junto al resto del reparto y a nuevas incorporaciones como la de Najwa Nimri en el papel de policía. El objetivo de la banda será esta vez el Banco de España.

 -Cuando «La casa de papel» se presentó en Antena 3 le auguraba un gran recorrido. ¿Imaginaba un alcance como este?

-[Pedro Alonso] Soy fatal haciendo previsiones, pero recuerdo que dije que no sabía cómo iba a funcionar esta ficción en España, pero que le auguraba un prometedor recorrido internacional. Venía de hacer Gran hotel y veía que esa puerta ya se estaba abriendo. Pero nadie podría haber previsto esto. Y nadie sabe en realidad cuál es la fórmula maestra que lo explica. Es verdad que se ha producido un alineamiento de muchas variables, como hacer género a la americana, con una factura impecable, pero hablando en español, con un perfil de personajes a la europea, con una estética, unos iconos, con este trabajo de arte... En un determinado momento, cuando la serie iba bien en términos de crítica, pero con audiencias que no eran brutales, de pronto aparece Netflix y pillamos la ola de tu vida. No sé hasta qué punto algo así se puede repetir. Estamos en la cresta de una ola nueva. La ficción no anglosajona no solo está mirando a la anglosajona de igual a igual, sino que está siendo más efervescente, más atrevida y más arriesgada y más imprevisible.

 -Después de lo ocurrido al final de la segunda temporada, usted no debería estar ahora aquí. Sabiendo que debe guardar el secreto, ¿cómo lo explica?

-[P. A.] Iba a responder con una ironía, pero intentaré hacerlo en serio. La serie se hizo para acabar y acabó muy bien. Pero he visto los tres primeros capítulos de la tercera temporada y no me he planteado ni una sola vez si esto se sostiene y por qué. Ni una sola vez. Está absolutamente justificado en términos de escritura y de narración. Cuando acabamos todos nos habíamos quedado con ganas de darle más a este vehículo narrativo maravilloso. Siempre habrá quien diga que no tenía sentido continuar, pero yo estoy muy tranquilo. Los términos en que estamos trabajando son tan serios y rigurosos y el equipo es tan consciente de lo que vale este momento que nadie se va a conformar. Todo el mundo se está esforzando para trabajar como se trabajaba hasta ahora a pesar de que ha aparecido otro tipo de presión, que cada uno gestiona como puede. Pero, cuando dicen acción, el trabajo es el mismo, aunque ahora estés en Tailandia. Es una serie de la que estamos orgullosos. Los personajes tienen aristas y la producción es muy ambiciosa, lo fue desde el principio.

-Ahora ya no se embarcan en esto por dinero, no lo necesitan. ¿Por qué se atraca el Banco de España si no es por codicia?

-[Álvaro Morte] Debo decir que en la primera y segunda temporadas tampoco era exactamente por dinero. Era más bien una venganza, un intento de golpe al sistema. En esta ocasión también lo es, una venganza y un dar un golpe en la mesa por varios motivos. Hay uno que detona la acción, que es la detención de Río. Nosotros, como la familia rara y desestructurada en que nos hemos convertido, no vamos a dejar a nadie en el camino y vamos a ir a por él. Pero hay otra cosa importante y es que el Profesor en cuanto termina el golpe anterior ha sacado menos millones de los que esperaba. Aparte, allí se han quedado Moscú, Oslo y Berlín. Hay que volver por muchas más razones, pero el dinero es la forma en que más daño podemos hacer. No es lo que nosotros queremos.

-¿La precipitación lo obligará a mostrar a un Profesor diferente, menos analítico?

-[A. M.] Afortunadamente. Pero en esta temporada no es algo que le pase solo al profesor, sino también a los demás. Ya hemos visto algunos aspectos de la vida de estos personajes, pero todo lo que te pasa en la vida supone trabas, aprendizaje, evolución. Ni Berlín, ni Raquel, ni Tokio, ni Denver, nadie empieza la temporada primera y segunda en el mismo punto en el que la termina. Ahora han pasado otros dos años y todo lo sucedido en la vida del Profesor hace que esté en otro punto. En el primer atraco, él da el golpe cuando cree que debe hacerlo y cuando está todo atado y bajo control. Ahora no puede decidir. Están torturando a Río y hay que hacerlo ya, con lo cual hay muchos aspectos que no tiene cotejados. Y eso lo perturba muchísimo, lo descoloca y se vé obligado a actuar sin tener todas las armas, como en las anteriores temporadas. De modo que vamos a ver a un Profesor sacado de su absoluta estabilidad, de su seguridad y de su fe ciega en que esto va a salir bien.

-El personaje de Raquel es el que va a sufrir la transformación más profunda al pasar del lado de la justicia al del enemigo. ¿Cómo se convierte en Lisboa?

-[Itziar Ituño] Lisboa empieza ese arco en la temporada anterior, cuando deja la policía y va a buscar a Sergio Marquina. Se integra en la banda porque las circunstancias lo requieren así, ella lo decide así. En gran parte por amor, pero también porque se le ha caído la venda y empieza a ver las cosas de otra manera. Ahora tiene un punto muy valioso, porque ella conoce muy bien la policía por dentro y, a la vez, está preparando el atraco, con lo cual se convierte en una bomba de información. Y ahí lo dejo, no voy a contar más.

-¿Qué opinan del hecho de que las máscaras de Dalí y el uniforme rojo se hayan convertido a nivel mundial en un símbolo de protesta y de la resistencia?

-[I. I.] Es muy curioso porque Dalí tenía un punto loco, excéntrico, provocador, maravilloso.

-[P. A.] A veces lo miras y parece casi irreal. ¿Cómo que en los carnavales de Río de Janeiro la peña va disfrazada de la serie? Han pasado cosas increíbles.

-[A. M.] Ha habido manifestaciones para pedir cosas reales y acabar con injusticias donde se han usado estas máscaras.

-Hasta en los festivales de música se pincha «Bella, ciao».

-[A. M.] Eso me parece anecdótico, como la gente que se tatúa. A mí lo que me emociona es que un barco de Proactiva Open Arms rescate a un barco de inmigrantes a la deriva en el Mediterráneo y que esos chicos suben al barco, se sienten a salvo y empiezan a cantar Bella Ciao.

 -[I. I.] Cuando visité el barco de rescate Aita Mari me pusieron Bella Ciao por la megafonía y se me cayeron las lágrimas. Están pasando cosas maravillosas.

  -[P. A.] Incluso para quienes no saben el origen de la canción ni lo que significa la letra, la emoción está en el tema. Es la magia de la comunicación. La resistencia, la revolución, todo eso está integrado ahí de alguna forma. Y de pronto esa unidad de energía se vuelve a abrir y se contagia entre gente que no tiene ninguna referencia. Es increíble y profundamente emocionante.