Callos en verano y para cenar en la fiesta anual de Carnés, Vimianzo, al son del Mago de Oz

M. López CARBALLO / LA VOZ

SOCIEDAD

La celebración inaugura las fiestas de San Cristovo

10 jul 2019 . Actualizado a las 16:24 h.

Trescientos kilos de garbanzos, cien de costilla de cerdo, cien de falda de ternera, cien de estómago, otros tantos de chorizo... Y, sin embargo, el ingrediente secreto que hace que los callos de Carnés (Vimianzo) sean un manjar irresistible, sigue sin ser de dominio público.

De nuevo esta pequeña parroquia soneirana volvió ayer a dejarse bendecir por su fiesta gastronómica de mayor calado -y con tradición de siglos-, que abre siempre las fiestas de San Cristovo. El cerco en el que se reparten los callos de la Faguía estuvo, como siempre, y pese a coincidir a mediados de semana, a reventar. La tradición manda: de pie, y con la cazuela y la cunca de barro de Buño en mano, quien quiera comer ha de acercarse a la olla más cercana, que son portadas por miembros de la comisión por el recinto. Y hay que hacerlo rápido, pues enseguida se quedan sin nada y tienen que volver de vuelta a las improvisadas cocinas a reponer material. Es la ley del más rápido.

Pueden parecer los callos una opción un tanto arriesgada para la cena, pero en Carnés se aligeraron ayer dando brincos al son de los míticos Mago de Oz. Callos y folk, nunca mejor en Vimianzo.