Xaquín Chaves, pintar una idea

Vítor Mejuto
vítor mejuto LA VOZ

SOCIEDAD

MARTINA MISER

La exposición «Travelling» es un prolijo plano secuencia de todas las preocupaciones del autor

06 jun 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Una de las prerrogativas de los buenos pintores es la facultad de mirar hacia la naturaleza y devolvernos una mirada transmutada. Como pintar algo que tenga cinco dedos pero que no sea una mano. Que sea otra cosa.

Xaquín Chaves pinta un ramillete de flores pero lo que está haciendo es plasmar la sensación que experimenta cuando las observa. El resultado es una emulsión de pigmento a merced de la gravedad. Una mancha cuya libertad es acotada por su inmensa memoria visual. Más de cuarenta años haciendo de la materia pensamiento.

Travelling, que es como acertadamente se titula la exposición, es un recorrido transversal, un prolijo plano secuencia de todas las preocupaciones de su autor. Por eso, uno de los cuadros titulado Olvido I te permite hacer una cata arqueológica donde hallar los entresijos de la secreta y arcana mecánica del hecho de pintar. Es un autorretrato de su pintura. La primera mancha, el campo abonado siempre amable y sugerente, permanece intacta en una franja; la tela cruda, la primera de las decisiones de un pintor, palpita gracias a la huella de una línea enmascarada con cinta de carrocero; los chorretones, producto de varias sesiones desatadas y físicas, son el fértil manto cromático donde todo ocurre; el grafismo es el fruto que germina de las labores pictóricas y su peso se precipita en la parte baja de la pieza, dotándola de una cierta vocación vegetal; por último, la sombra del mismo está provista de un color sordo que se disuelve en un fondo opaco y denso, una grisalla debajo de la cual vibra la luz de capas anteriores. La sombra arrojada es un concepto muy presente en la pintura clásica. Esto es un hecho relevante: todas las vicisitudes de la pintura clásica permanecen en la pintura contemporánea, la ordenan y la explican.

La corteza de un árbol, los zumaques en el jardín o las nubes en el cielo son los motivos. Pero no las razones. Para que Chaves pueda asumirlos es necesario un hondo y sincero conocimiento de la abstracción. Ser profundamente abstracto para poder ocuparse de lo concreto.

Cuando hay grafismo, hay dibujo. Y cuando hay dibujo hay relato. Pero no es el ilusionismo lo que anima el trabajo de Chaves. Se trata de extraer de las cosas su mejor traducción pictórica. Cuánta pintura hay en un cielo nublado o en un prado recién segado; cuánto me puedo acercar a la realidad sin alejarme demasiado del hogar abstracto; qué aspectos debo sacrificar para que el cuadro obtenga autonomía y viva separado de la imagen en la que se inspira. Esas son sus preguntas.

Otras veces solo necesita pintar sobre el recuerdo. Una sola palabra puede ser la puerta de entrada hacia una realidad nueva. La palabra también es una construcción abstracta. Chaves posee un rico y familiar vocabulario y su métrica se ordena en renglones rotundos, cuando no sinuosos. Ahora se trata de pintar una idea. Equinoccio es un cuadro de este tipo. Posee un carácter astral, como el resultado de una observación telescópica. Las grandes masas de pigmento arrastrado nos remiten al producto de la rotación gravitacional, y su atmósfera está dispuesta en estratos, como un planeta. Chaves nos invita a habitarlo.

TRAVELLING

XAQUÍN CHAVES

SALA DE EXPOSICIONES ANTÓN RIVAS BRIONES

VILAGARCÍA

HASTA EL 12 DE JUNIO