Manuel Domínguez-Rodrigo: «Somos la especie sexual por excelencia»

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO

SOCIEDAD

XOAN A. SOLER

Trabaja en los yacimientos de Olduvai, la cuna de la humanidad, y asegura que «la atracción humana, tal y como la entendemos hoy, surgió hace dos millones de años»

12 ago 2019 . Actualizado a las 08:42 h.

Su conversación engancha desde la primera frase. Paleoantropólogo, profesor de la Complutense y codirector del Instituto de Evolución de África, Manuel Domínguez-Rodrigo llegó hace años a los yacimientos de Olduvai, en Tanzania, la cuna de la humanidad, «y allí echaré el cierre». De esa garganta tanzana han salido la mayoría de los descubrimientos sobre cómo el ser humano se constituyó a nivel conductual y físico. Entre ellos, el origen de la atracción sexual actual, que tiene un inicio y unas causas. 

-¿El sexo nos ha hecho humanos?

-El sexo es una parte importante de lo que nos hizo hombres, porque nuestra sexualidad, que comparte muchas formas con la del resto de los animales, tiene una base exclusivamente humana que no se observa en ninguna otra especie. Nuestro sistema de atracción sexual es epigámico, evolucionamos sesenta millones de años con el resto de primates, con una sexualidad química, de períodos fértiles y feromonas, en la que los machos captan esas feromonas y las hembras anuncian que están en esa fase porque tienen una hinchazón genital, a una sexualidad que no está vinculada al período de fertilidad sino que es más atemporal, y eso lo hemos hecho cambiando de la sexualidad feromonal a la epigámica, es decir, nos sentimos sexualmente atraídos a través de rasgos físicos.

-¿Y por qué se produce este cambio en un momento de la evolución?

-Es un cambio muy bonito. Empieza a aparecer probablemente hace dos millones de años. Hasta ese momento, la sexualidad era como la de otros animales. Éramos muy parecidos a otros primates, hembras y machos morfológicamente iguales. De hecho en el yacimiento, para distinguir si tenemos un macho o una hembra, lo hacemos por el tamaño, los machos eran grandes y las hembras pequeñas, pero si lo reducimos a la misma escala no los podríamos distinguir. El sistema de atracción epigámica significa que el otro tiene que ser distinto, morfológicamente separado, y eso lo vemos a partir de dos millones de años. En ese momento la hembra empieza a crecer, a igualarse en tamaño al macho y a diferenciarse morfológicamente. Por primera vez cogemos un fósil de hembra y vemos claramente que es una hembra, de la misma manera que podemos verlo ahora.

"Los chimpancés pigmeos han acomplejado al ser humano, tienen sexo como una herramienta de relación social"

-¿Pero qué objetivo persigue ese cambio?

-En ese momento aparece un paquete de medidas evolutivas. Empieza a crecer el cerebro, nos volvemos más inteligentes; cambia la concepción del tiempo, vemos una criatura que empieza a planificar; y empezamos a ver un grado de cooperación muy grande, es como si los grupos se articularan de tal manera que su supervivencia dependiera de la cooperación. Y precisamente porque el cerebro empieza a crecer de tamaño asistimos a un fenómeno muy curioso, y es que las crías empiezan a retrasar su crecimiento y necesitan más tiempo e inversión energética. Esto implica que los machos tienen que participar, no llega la hembra porque además está en un medio muy hostil, por lo que la tasa de reproducción debe ser muy elevada. Esta necesidad de tener crías, que además exigen más energía, hace que la hembra tenga que pedir ayuda al grupo, y una de las formas que tiene es "convencer” a los machos atrayéndolos de una manera más permanente que en una sexualidad feromonal.

-Esta sexualidad que surgió hace dos millones, ¿ha evolucionado?

-Sigue evolucionado pero a nivel estructural funciona de forma parecida. Desde que la hembra empieza a separarse morfológicamente del macho hay una serie de elementos en ella que nos resultan sexualmente atractivos, y viceversa, elementos en la anatomía del hombre sexualmente atractivos para la mujer.

"Hace dos millones de años las crías empiezan a retrasar su crecimiento, y la hembra tiene que pedir ayuda al grupo y 'convencer' al macho con una sexualidad más permanente"

-¿Hay alguna especie que tenga una atracción sexual similar?

-Ningún primate, pero la captación de rasgos visuales como instigadores de la sexualidad es muy común en otras especies, está muy extendida en las aves. No obstante, el conjunto de rasgos que tiene nuestra especie y cómo los articula no se observa en ninguna otra.

-¿No hay otra especie que tenga contacto sexual que no sea por por el celo?

-La mayor parte lo hacen con ese esquema, sí es verdad que hay especies animales que se salen un poco. La más conocida y que ha hecho acomplejar al ser humano es la de los chimpancés pigmeos, tienen todo el repertorio de conductas sexuales que tenemos nosotros, pero además tienen sexo en cualquier momento. Lo utilizan como una herramienta de relación social, si hay un conflicto lo solucionan con sexo; si el individuo quiere medrar socialmente utiliza sexo; cuando quiere obtener comida ofrece sexo... La cuestión es que lo que instiga este comportamiento es muy diferente de lo que lo instiga en nuestra especie, en la nuestra es de morfología y rasgos visuales, mientras que en el chimpancé es más genética.

-¿Cuánto tiene de biológico y cuánto de convención la sexualidad humana?

-Sería difícil ponerlo en términos porcentuales. La libido es fundamentalmente biológica, pero sobre esa libido es muy bonito ver cómo interactúa la cultura, le da forma. Un rasgo universal es, en la anatomía femenina, que la cintura sea el 70 % de la cadera, algo universal por razones estrictamente hormonales y de reproducción. Pero la cultura introduce modificaciones. En una occidental el volumen es pequeño, el peso de la mujer es más reducido, y en otras no, aunque siempre se mantiene la proporción. Al desvincular la sexualidad del proceso estrictamente químico no focalizamos la sexualidad estrictamente en los genitales, que es lo que hace el resto de primates, y eso ha permitido que la cultura haya maniobrado de una manera espectacular, en algunas unos pies pequeños son eróticos, un cuello grande, unos dientes negros... Hay una parte estructural y otra cultural.

-Dice que esta atracción sexual se debe más a la evolución de la mujer que a la del hombre, ¿por qué?

-El hombre y los primates más emparentados compartimos el mismo patrón tubular, hombros que caen en vertical, y en las hembras de los primates la estructura es la misma. Pero nuestra hembra ha hecho una cosa muy curiosa, en esa crisis de hace dos millones de años fue necesario tener la capacidad fisiológica de almacenar energía, y por primera vez aparece la posibilidad de poder almacenar grasa subcutánea. Por primera vez nace un primate graso, nuestras hembras fluctúan en torno a un 25 % del peso corporal, y en la manera de dar forma al cuerpo femenino se fue distribuyendo esa grasa por el cuerpo.

-¿Esa adaptación de la hembra para acumular grasa propició la atracción sexual como se conoce ahora?

-Sin ese paso no sería posible. La hembra renunció un poco al paquete muscular, algo que no se nota en especies de primates, y ese proceso de distribución de la grasa fue fundamental para este sistema de atracción.

-¿Somos la especie sexual por excelencia?

-Somos la especie sexual por excelencia. Primero, porque ponemos en práctica la sexualidad de manera atemporal; segundo, porque aunque no seamos conscientes de ello condiciona buena parte de nuestras vidas; y tercero, porque la cultura tuvo que desarrollar medidas muy restrictivas para ponerle coto. Un estudio refleja que si nadie lo descubriera, el 80 % de las personas tendrían relaciones sexuales con otros con más frecuencia, pero es la cultura y la presión social la que las limita.

-¿Qué significa para un paleoantropólogo Olduvai?

-La cuna de la humanidad. Puedo vaticinar que más de la mitad de los descubrimientos que realicemos sobre cómo se constituyó el ser humano a nivel conductual y fisico van a seguir viniendo de allí en los próximos 10 o 15 años, y se han estudiado ya los yacimientos durante más de cien años.

«El chimpancé pigmeo acompleja al ser humano, utiliza el sexo como herramienta social»

Ninguna otra especie tiene un sistema de atracción sexual como el humano, pero sí hay aves que utilizan los rasgos visuales, y primates que acomplejarían a cualquier adicto al sexo.

-¿Esta sexualidad que surgió hace dos millones de años ha evolucionado?

-Sigue evolucionado pero a nivel estructural funciona de forma parecida. Desde que la hembra empieza a separarse morfológicamente del macho hay una serie de elementos en la hembra que nos resultan sexualmente atractivos, y viceversa, elementos en la anatomía del hombre sexualmente atractivos para la mujer.

-¿Hay alguna especie que tenga una atracción sexual similar?

-Ningún primate, pero la captación de rasgos visuales como instigadores de la sexualidad es muy común en otras especies, está muy extendida en las aves. No obstante, el conjunto de rasgos que tiene nuestra especie y cómo los articula no se observa en ninguna otra.

-¿Ninguna otra especie tiene contacto sexual que no sea por el celo?

-La mayor parte lo hacen con ese esquema, sí es verdad que hay especies animales que se salen un poco. La más conocida y que ha hecho acomplejar al ser humano es la de los chimpancés pigmeos, tienen todo el repertorio de conductas sexuales que tenemos nosotros, pero además tienen sexo en cualquier momento. Lo utilizan como una herramienta de relación social, si hay un conflicto lo solucionan con sexo; si el individuo quiere medrar socialmente utiliza sexo; cuando quiere obtener comida ofrece sexo... La cuestión es que lo que instiga este comportamiento es muy diferente de lo que lo instiga en nuestra especie, en la nuestra es de morfología y rasgos visuales, mientras que en el chimpancé es más genética.