En total, 14 kilómetros de cuerda cercan los grupos de jacintos dispersos por las 550 hectáreas que abarca el bosque. Según Kestemont, algunos visitantes saltan ese perímetro para tomar fotografías y dejan una huella que tarda años en desaparecer: «Si destruimos la hoja no habrá nuevos bulbos para el año que viene y en ese lugar no habrá plantas», señala.
Además de eso, los bulbos de los nuevos jacintos tardan unos cuatro o cinco años en tener flores, advierte. El impacto humano también se ve reflejado en los efectos del cambio climático, que afecta de lleno a las plantas.