¿Habrá este siglo una guerra del agua?

SOCIEDAD

Un gesto tan sencillo como el de beber agua de un grifo no está, desgraciadamente, al alcance de todos los niños del mundo
Un gesto tan sencillo como el de beber agua de un grifo no está, desgraciadamente, al alcance de todos los niños del mundo vinhdav

El experto que predijo la crisis mundial años antes de que sucediera está invirtiendo su fortuna en este recurso. En el 2025, 1.800 millones de personas vivirán en áreas con escasez.

22 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Michael Burry es un gestor de fondos norteamericano que vio venir la crisis hipotecaria en Estados Unidos años antes de que estallara la burbuja. Nadie hizo caso de sus previsiones. Finalmente decidió crear un producto novedoso para apostar contra el sistema financiero. Y en el 2008, cuando la economía mundial colapsó, él ganó una fortuna. Su vida ha sido llevaba al cine recientemente en La Gran Apuesta.

Hoy este visionario está invirtiendo su dinero en el agua. No de forma directa ya que no es posible, salvo en países como Australia, donde algunas empresas explotan ríos y lagos. Burry ha invertido a través de los llamados derechos del agua, en terrenos agrícolas que producen grandes cantidades de este recurso y en alimentos que necesitan mucha. La inmensa mayoría de los productos que se consumen requieren agua durante su producción. Esta es la llamada huella hídrica. Por ejemplo, una sola manzana precisa de setenta litros y un huevo de 200.

En el 2050, la población mundial alcanzará los 9.700 millones de habitantes pero este recurso tan básico no abunda tanto como se piensa. Los océanos ocupan el setenta por ciento del planeta, aunque el agua dulce solo representa el tres y muy poco de este porcentaje tiene una acceso fácil. Según un informe de Naciones Unidas el uso del agua se ha multiplicado por dos. En la actualidad se utiliza el treinta por ciento del suministro que se renueva. En el 2025, 1.800 millones de personas vivirán en áreas con escasez.

Hay que sumar además el problema del calentamiento global, que está alterando su ciclo. «A cantidade non cambia pero si a velocidade de circulación. O cambio climático está facendo máis intensa a evaporación dos océanos e a transpiración da vexetación. Non é doado deducir cales serán as consecuencias porque o ciclo maniféstase de xeitos moi diferentes, pero cabe agardar alteracións no réxime de precipitacións e na dispoñibilidade da auga», confiesa Francisco Díaz-Fierros, catedrático emértio de Edafoloxía en la USC y autor de Auga para todos.

A medida que aumenta la temperatura y crece la población, parece probable que puedan surgir tensiones. «A Universidade Estatal de Oregón, en Estados Unidos, investigou sobre problemas que houbo de orixe fluvial nos últimos cincuenta anos e detectou 507. Deles, 21 foron considerados conflitos armados. Pero os investigadores atoparon ademais 1.288 accións de colaborativas, polo que puideron concluír que dentro das interaccións entre pobos polos intereses da auga, houbo máis de carácter positivo que negativo. Isto abre unha pequena porta a esperanza», asegura Fierros.