El efecto «Blue Planet»: la serie sobre los océanos que está cambiando el mundo

Xavier Fonseca Blanco
xavier fonseca REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

BBC

Nueve de cada diez personas que han visto el documental en el Reino Unido han modificado su comportamiento

09 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

En el otoño del 2017 se produjo un hito en la televisión británica. Una serie documental lideró semana tras semana las audiencias, superando incluso a formatos con tanto éxito como Factor X. Blue Planet 2, producida por la BBC y narrada por Sir David Attenborough, reunió en sus siete capítulos a una media de 10 millones, con picos de 14, convirtiéndose en la emisión más vista del año. Mientras, en España 39 de los 50 contenidos más vistos fueron partidos de fútbol. «En Estados Unidos ha sido el programa de naturaleza más seguido en ocho años y en China generó problemas en la conexión de Internet del país tras superarse las 250 millones de descargas», asegura Mark Brownlow, productor de la serie.

Aquí se puede ver en Movistar+, que no ofrece datos de audiencia pero asegura que los documentales se encuentran entre «las opciones favoritas de los usuarios». Desde febrero La 2 emite un capítulo los martes a las 22 horas. La escasa promoción se refleja en la baja audiencia, unas 450.000 personas de media. En su web los capítulos solo están disponibles una semana.

La segunda temporada de Blue Planet se estrenó una década después de la primera. La tecnología moderna ha conseguido más profundidad y una calidad inédita, ofreciendo una perspectiva del océano jamás vista. «Es sorprendente como ha avanzado la tecnología de grabación desde la serie original. El buceo con rebreather les ha dado a nuestros equipos tiempo para sentarse en silencio y mirar, sin burbujas ni disturbios. También es posible descender en un submarino un kilómetro o vigilar un arrecife de coral con poca luz», apunta.

Aunque tan importante como la tecnología ha sido la narración de las historias. Los creadores han conseguido trasladar el suspense a la vida marina, grabando escenas propias del mismísimo Hitchcock. Alguno de los protagonistas parece sacado de una película de Almodóvar, como el Kobudai, el pez transexual. Por primera vez, se ha podido captar el sorprendente cambio de sexo que experimenta esta especie que habita en aguas asiáticas.

Los responsables estuvieron rodando cinco años por los mares de la Tierra. Un viaje en el que descubrieron criaturas asombrosas y lugares extraordinarios pero en el que también presenciaron el daño que el ser humano está infligiendo al océano. «Fuimos testigos de dos de los eventos más intensos de blanqueamiento de corales en la historia de la Gran Barrera de Coral en Australia. Y, en casi todas las inmersiones, encontramos plástico», reconoce Brownlow.

Una respuesta inesperada

La serie retrata las amenazas que se ciernen sobre los mares y sus habitantes. Y lo hace apuntando directamente a la parte sentimental del espectador. Esta es una de las señas de identidad de la producción. «Queríamos que la audiencia forjara una conexión emocional con el océano y entendiera que todos necesitamos un planeta azul saludable para nuestra supervivencia», confiesa.

Esa conexión fue real porque lo que vino después nadie lo esperaba. En el Reino Unido hoy se habla abiertamente del efecto Blue Planet. Desde la emisión han surgido numerosas iniciativas de recogida de plástico. Este movimiento medioambiental no deja de crecer e incluso el propio Attenborough ha asegurado sentirse abrumado por el impacto que ha tenido la serie. El informe 2018 sobre consumo de bebida y comida en el Reino Unido refleja que nueve de cada diez personas que la vieron han cambiado su comportamiento. El sesenta por ciento elige ahora botellas de agua recargable.

La playa de As Catedrais

En esta obra maestra no podía faltar Galicia, la única región de España que aparece. En el capítulo Costas, se muestra As Catedrais para ilustrar el poder de la erosión. «Optamos por As Catedrais porque representa un excepcional paisaje para contar la historia de la erosión costera. Estaba cerca del Reino Unido y nos ofrecía magníficos arcos marinos y esculturas de roca, además de un espectacular rango de mareas. Por esto Galicia nos proporcionó el lugar perfecto para nuestra secuencia de hiper-lapso de la erosión del litoral», confiesa.