«Entre la dieta mediterránea y la atlántica hay muy pocas diferencias»

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

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Estruch cree que más allá de nombres lo importante es que también se ha probado su efecto anticáncer

04 abr 2019 . Actualizado a las 21:14 h.

Está más que demostrado: la dieta mediterránea mejora la salud cardiovascular y el sistema metabólico. Lo sabe bien Ramón Struch, consultor sénior del servicio de Medicina Interna del Hospital Clínic de Barcelona y coordinador del estudio Predimed, el más completo que jamás se haya hecho sobre los beneficios saludables de esta dieta. De ello hablará hoy en Pontevedra en las jornadas Residentes y Tutores organizadas por la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen).

-¿Dieta atlántica o mediterránea?, ¿o en realidad son lo mismo con pequeñas diferencias?

-A ver como lo matizamos [se lo piensa]. La dieta atlántica no existe, y voy a explicarme. Tanto la atlántica como la mediterránea son dietas ligadas a la proximidad, a los productos que uno puede obtener al lado de casa. Pero cuando las analizas y las comparas ves que hay muchas similitudes y muy pocas diferencias. La explicación que tenemos a esto es que, realmente, son lo mismo y que lo malo es el nombre, que no es muy afortunado. Tal vez habría que ponerle de nombre la dieta del paralelo 40, y así todo el mundo queda contento.

-¿Por qué?

-Porque es una dieta ligada a la latitud, al paralelo 40, que pasa por medio del Mediterráneo, la parte norte de Portugal y Galicia y, si sigues hacia el este, vas a California y, al este, pues llega a China. Y los productos mediterráneos, que son el pan, el aceite y el vino, pues están en todos estos sitios. Por cierto, que en Galicia tenéis muy buenos vinos y aceites.

-O sea, que la llamamos mediterránea porque es el nombre que en algún momento se impuso.

-Sí, efectivamente es así. Fue en los años 60 cuando salió la idea y fue la que se impuso.

-En Galicia se toma más aceite de oliva que en el sur. ¿A qué se debe?

-Sí, si es verdad. En Galicia y en el resto de la parte norte, como en Cantabria y Asturias. Por eso digo que el nombre de dieta mediterránea no es muy afortunado, porque los productos son los mismos. Y, por ejemplo, el marisco y el pescado que coméis vosotros también son la base de la dieta mediterránea.

-Yendo a lo práctico, protege al corazón, previene la diabetes... ¿Es también buena para prevenir el cáncer?

-En Predimed estudiamos el cáncer de mama, porque es el más frecuente que hay, y hemos comprobado con el máximo nivel de evidencia científica que las mujeres que las mujeres que estaban en la rama de dieta mediterránea suplementada con aceite de oliva virgen extra tenían mucha menos incidencia de cáncer de mama que las otras que seguían una dieta baja en grasas. Por lo tanto, también hemos comprobado que protege contra el cáncer más frecuente.

-Dicen que una copita de vino o de cerveza en las comidas es saludable y parte de la dieta mediterránea. Pero otros estudios aseguran que cualquier gota de alcohol es mala. ¿De qué nos fiamos?

-Esto es controvertido, porque hay muchas personas que son antialcohol total. Pero lo cierto es que sobre este aspecto hay mucha evidencia científica, pero no de ahora, sino de hace más de 20 años, que indican que las personas que beben moderadamente tienen menos mortalidad que los abstemios y, por supuesto, mucha menos que las que beben mucho, que eso sí que es malo.

-¿Puede precisarlo?

-Hay que diferenciar. No es lo mismo el vino o la cerveza que los licores, y también es diferente con qué se toma el alcohol, porque si lo ingieres con una dieta saludable es muy diferente a que si lo haces con otra que no lo es. En los estudios hay que analizar el tipo de bebida, el patrón de bebida y el patrón alimentario con que se acompaña, porque tampoco es lo mismo tomar una copa de vino cada día que siete un único día de fin de semana.

Un cacao con aceite de oliva sería hípersaludable

 

 Ramón Estruch también ha hecho estudios sobre las propiedades saludables del cacao.

-Con los nuevos estudios, ¿ya no tenemos porque sentirnos culpables si tomamos chocolate?

-Hay productos que no son mediterráneos, pero que son muy saludables, como el cacao, el te o el café. Son ricos en polifenoles, que sintetizan las plantas para defenderse de sus enfermedades. Con ellos adquirimos una protección frente a muchas patologías, como las degenerativas, las cardiovasculares o el cáncer. Pero el problema es que los polifenoles son muy amargos y hay muchas personas que no lo toleran.

-Y ahí es cuando interviene la industria para endulzarlo.

-Un cacao 100 %, que es muy rico en polifenoles, es muy amargo. Entonces lo que se hace es reducir el porcentaje de cacao y añadirle otros productos para quitarle el amargor, como azúcar y grasas. Es entonces cuando el producto pierde sus características saludables, por un exceso de azúcar y grasas. Por eso aconsejamos tomar chocolate que tenga más del 70 % de cacao para que tenga efectos saludables. Y si se hiciera con aceite de oliva en lugar de con grasas de otro tipo sería hipersaludable.

-Empresas y Gobierno pactaron reducir en un 10 % de media el azúcar, las grasas y la sal en sus productos. Hay gente que opina que es muy poco. ¿Usted lo cree?

-Tampoco hay que ser muy extremista, porque la clave es la proporción. Me parece una buena medida, porque si conseguimos reducir grasas, azúcares y sal vamos en una buena dirección. Intentar grandes cambios de golpe es imposible, porque vas al fracaso. Hay que avanzar poco a poco.