«É duro que te boten da túa casa»

Antonio Longueira Vidal
toni longueira CARBALLO / LA VOZ

SOCIEDAD

Ana García

La extracción de lignito arrancó en As Encrobas a finales de los 70. Decenas de personas tuvieron que dejar sus hogares por las expropiaciones  y protagonizaron revueltas vecinales, entre ellas, Adolfo Rodríguez

20 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

«Non é a mina de Meirama como se di. En Meirama a mina afectou máis ben pouco. Onde colleu moito, case todo, foi nas Encrobas. Alí expropiouse a todo o mundo». Adolfo Rodríguez Bocija tiene 81 años. Nació en Gontón. Aquella aldea fue una de las muchas que desaparecieron cuando Lignitos de Meirama decidió poner en marcha la mina de carbón, materia prima con la que se abastecería a la central térmica de Meirama.

En 1976, un año antes de que estallaran la revueltas vecinales por las expropiaciones forzosas de casas y terrenos, movilizaciones lideradas por el párroco Moncho Valcarce, conocido como O Cura das Encrobas, Adolfo Rodríguez ya realizaba trabajos topográficos con varios ingenieros. «Traballei dende moi novo. Primeiro como ferrador de gando e logo como madeireiro», apuntó. Y añadió: «Como madeireiro gañaba 30.000 pesetas e cando entrei na mina, 17.000. Dende logo, gañar non gañei co cambio. Pero os xefes dicían que co tempo gañariamos máis. E así foi: cheguei a gañar cento e pico mil pesetas».

En los 70, la mayor parte de los vecinos de As Encrobas vivían con lo justo: «Do gando, da terra e do monte. Non había moito máis». En algunos casos se vivía prácticamente en la subsistencia. La llegada de la maquinaria pesada para poner en marcha la mina cambió por completo el contexto social, geográfico y económico de As Encobras. «Non había casa que non tivera unha persoa traballando na mina», recordó Adolfo Rodríguez. El incremento de la renta per cápita fue el precio pagado por Lignitos de Meirama por erradicar de una vez por todas unas revueltas en las que las mujeres jugaron un papel relevante. Varias fueron detenidas en aquella fría mañana de 15 de febrero de 1977 por andar a paraguazos con la Guardia Civil.

Como otros muchos residentes de As Encobras, Adolfo Rodríguez se tuvo que marchar de su Gontón natal para irse a vivir con su familia a O Piñeiro, al lado del campo de fútbol de Cerceda. Corría el año 1992. Lo hizo en compañía de su esposa, Francisca, y dos de sus cuatro hijos: «É moi duro que te boten da túa casa, da casa onde naciches e creciches, onde vivías coa túa familia, pero era o que había». Acudió a alguna de aquellas reuniones vecinales, pero se decantó por aprovechar la oportunidad y labrarse un futuro laboral de la mano del carbón. Eso sí, guarda un gran recuerdo de Moncho Valcarce: «Non era das Encrobas e non tiña por que moverse por nós, pero fíxoo con total desinterese. Foi unha moi boa persoa, que nos axudou moito».

Con el carné número 28, Adolfo dejó los trabajos topográficos previos y comenzó a trabajar en la mina. Era 1979. Muchos vecinos de As Encrobas trabajaron con él en el yacimiento: «Eu entrei grazas ao cura das Encrobas, don Ricardo. Fíxeno de peón, pero facía traballos de engraxador das máquinas. Cada mañá dábanme un papeliño coas tarefas do día. Facía moitas horas, era un traballo duro, a quendas partidas, completas... Traballei de día, de noite e con moito frío, que soportabamos grazas aos chaquetóns».

Pero recuerda aquella época en la mina con mucho cariño. «Había moito compañeirismo porque case todos eramos veciños. Empezamos sendo pouco máis de cen, entre peóns, enxeñeiros e capataces, e rematamos sendo máis de cincocentos».

Se prejubiló en 1996 y en el 2000 Lignitos de Meirama anunció que dejaba de extraer carbón, algo que sucedió en diciembre del 2007. Aquel agujero dio paso a un hermoso lago de dos kilómetros de longitud, 700 metros de ancho y 200 metros de profundidad. Adolfo regresó ayer a la que fue su antigua casa durante más de 20 años. Al fondo, muy por debajo de la lámina de agua, yacen los escasos restos de Gontón, la aldea que lo vio nacer hace ahora 81 años.