Este mes cinco familias han visto denegada la inscripción de sus bebés en el consulado. Y hay muchas otras a la espera de que se resuelvan los trámites. Lo que el viernes veían como una victoria que allanaría el camino a muchos otros padres que se encontraban en una situación familiar, ayer volvió a asomar la decepción. Y continúa la incertidumbre.
R. Romar
«Cuando llamaron a mi marido del consulado me eché a llorar». Ana Reyes respira aliviada, aunque con contención, después de varios días de angustia y desesperación tras la denegación de la inscripción como española de su hija Alba, que nació por gestación subrogada en Ucrania. Ahora tendrá la oportunidad de reiniciar los trámites, y cuanto antes, al igual que las otras treinta familias españolas que esperaban en Kiev una solución al mismo problema. A todas les valdrá a partir de ahora una prueba de ADN del padre como requisito esencial para que sus hijos sean reconocidos como españoles. Era el procedimiento que se seguía hasta hace unas semanas, pero que dejó de tenerse en cuenta después de que la embajada alegase que no tenía medios suficientes para verificar las pruebas.
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