Los patinetes eléctricos invaden Lisboa

Begoña Íñiguez LISBOA / CORRESPONSAL

SOCIEDAD

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El ayuntamiento se ha visto obligado a regular el uso de un vehículo cuyo empleo indiscriminado irrita a la población local

14 feb 2019 . Actualizado a las 09:58 h.

En poco más de seis meses desde que llegaron a Lisboa -aterrizaron en el verano del 2018-, los patinetes eléctricos han cambiado por completo el paisaje urbano de la capital portuguesa. Cada vez son más populares, sobre todo entre los jóvenes y los numerosos turistas que visitan la ciudad, pero también han provocado la irritación entre los vecinos.

Conocidos en el país vecino como trotinetas, un total de 3.000 patinetes circulan diariamente por las calles de la ciudad del Tajo, y se prevé que el número crezca durante las próximas semanas. Pertenecen a siete empresas, aunque hay más interesadas en comenzar a operar en la ciudad, y en otras urbes lusas, tras el bum que se está viviendo.

Pero su invasión no ha llegado exenta de polémica. Ante las numerosas protestas de los habitantes de los barrios históricos de Lisboa, el ayuntamiento, presidido por el socialista Fernando Medina, se ha visto obligado a legislar y controlar su uso. Todos los usuarios de los patinetes eléctricos deberán cumplir unas normas, como no circular a más de 25 kilómetros por hora, dejarlos estacionados en lugares que no estorben al resto de los transeúntes, ir por los carriles bici -si los hubiera-, sin estorbar a los caminantes y sin poner en peligro el tránsito del resto de los vehículos, llevar casco y tener al menos 18 años para utilizarlos. Son medidas parecidas a las que están adoptando distintos ayuntamientos en España.

La normativa municipal también establece que las empresas con licencia para operar con troinetas deberán hacerlo con vehículos que no superen los 25 km/h, fiscalizar su estado y preocuparse de recogerlas y llevarlas a sus puntos de estacionamiento y reserva, situados en lugares estratégicos.

La polémica está servida con este particular medio de transporte, que no deja a nadie indiferente y que se encuentra en cualquier lado y barrio de la ciudad, desde Alfama y Graça hasta Belém y la Expo, pasando por las Avenidas Novas, Bairro Alto y Campo de Ourique. Los más críticos siguen siendo las personas de más edad, con problemas de movilidad, y a quienes los patinetes les han dado un susto más de una vez.

«Vamos a tener un susto»

La lisboeta Conceição Rodrigues vive junto al Jardim da Estrela desde niña y, a sus 75 años, no entiende el por qué del fenómeno. «El otro día estaba paseando por el jardín y me choqué con dos de ellos, en uno había dos chicos nórdicos que ni perdón me pidieron», declara a La Voz.

De la misma opinión es Manuel Abrantes, de una edad similar. «Es cierto -dice- que el Ayuntamiento ha regulado su uso, aunque no lo parece, porque por este parque, y por el resto de la ciudad, me los encuentro por cualquier sitio y a cualquier hora». «Cualquier día vamos a tener un susto, cuando muera alguien atropellado, como ya ha pasado en España», añade.

Los más jóvenes no opinan lo mismo que los mayores, y si no que se lo digan a Tiago, un adolescente de 14 años que se mueve con destreza en patinete eléctrico en la zona de carril bici de Cais do Sodré. «No entiendo por qué las personas mayores protestan tanto», dice. «Son comodísimos. En una ciudad como esta, con tantas cuestas, es la solución ideal», agrega. Cuestionado sobre la prohibición de su uso a los menores de edad, responde asombrado: «No lo sabía, nadie me lo ha prohibido y todos mis amigos de una edad similar a la mía los han utilizado alguna vez».

Los turistas, que convirtieron a la capital portuguesa en el mejor destino turístico del mundo en el 2018, están encantados con los patinetes y lo único que desean es que continúen operando en la ciudad, como confiesa la brasileña Gabriela. «Nos facilitan el desplazamiento cómodamente, de una manera sencilla y barata, y nos posibilitan conocer y disfrutar de esta maravillosa ciudad en menos tiempo».