Desmienten la alerta de pancreatitis por el tratamiento para el hipertiroidismo

Marta Otero Torres
marta otero REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

EUROPA PRESS

La AEMPS lanzó una alerta sobre este riesgo, pero los especialistas aseguran que no han visto ningún caso

11 feb 2019 . Actualizado a las 20:12 h.

La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), alertaba la semana pasada de la aparición de casos de pancreatitis aguda asociada al uso de carbimazol y al tiamazol, dos fármacos antitiroideos indicados en situaciones en las que es necesaria una reducción de la función tiroidea, tales como hipertiroidismo, crisis tirotóxicas, o preparación para tiroidectomía, entre otras.

Recomendaban suspender el tratamiento en caso de sospechar este efecto y, además, prevenían del altro riesgo de malformaciones congénitas durante el embarazo para las mujeres que estén tomando esta medicación.

Sin embargo, la comunidad médica parece haberse quedado muy sorprendida ante esta alerta. Teresa Martínez, jefa de servicio de Endocrinología del CHUAC, asegura que no tienen ningún dato que confirme esta alerta. «Nosotros llevamos muchísimos años manejando esos fármacos -explica-, porque son de uso muy habitual en nuestra consulta, y nunca hemos visto eso que ahí describen. Puede ser que alguien tenga una pancreatitis porque estadísticamente le toca en el conjunto de la población, pero ninguno de nosotros ha visto nunca pancreatitis relacionadas con el tiroides. Lo hemos comentado en la sesión clínica en el hospital y la idea general fue la misma: a todos nos había llamado la atención la alerta». Martínez explica que se trata de dos medicamentos que se utilizan de forma prácticamente indistinta para el tratamiento del hipertiroidismo, «algo que nosotros vemos mucho en Galicia, una zona endémica donde hay mucho y de todos los tipos y orígenes». A juicio de la especialista, alertas de este tipo «son ganas de alarmar a la gente y poner a todo el mundo en jaque. No lo hemos entendido. Si nos dijeras un fármaco de uso menos común o que hace poco que se utiliza, pues vale, porque no tienes experiencia suficiente».

La segunda parte de la polémica viene con las recomendaciones de la AEMPS sobre los tratamientos para el hipertiroidismo y el embarazo. Con la alerta, la organización recuerda el riesgo de malformaciones congénitas con el uso de carbimazol y el tiamazol durante el embarazo. Habla de «aplasia cutánea congénita, malformaciones craneofaciales (atresia coanal, dismorfia facial), onfalocele, atresia esofágica, anomalía del conducto onfalomesentérico y defecto septal ventricular».

«Esto tampoco tiene ningún sentido -asegura Teresa Martínez-, porque con los embarazos aquí ya tenemos siempre muchísima prudencia. El tratamiento se pone si no queda más remedio, la dosis más baja posible y durante el menor tiempo posible. Se minimizan los riesgos desde siempre».

En concreto, carbimazol es un profármaco que se transforma completamente en tiamazol una vez administrado, el cual actúa inhibiendo la síntesis de hormonas tiroideas. En su alerta, la AEMPS informa de que «en la mayoría de los casos de pancreatitis aguda la suspensión del tratamiento mejoró la situación clínica del paciente. Además, en muchos de los casos en los que posteriormente se reinició de nuevo el tratamiento, se produjo un nuevo episodio de pancreatitis con un tiempo más corto de aparición de la sintomatología».

 Recomendaciones de la alerta

Según la alerta de la AEMPS, «aunque no se conoce exactamente el mecanismo por el que se produce la pancreatitis, el menor tiempo de latencia tras la reexposición al medicamento sugiere un mecanismo inmunológico. Por ello, la AEMPS ha señalado que los pacientes que desarrollen pancreatitis aguda durante el tratamiento deben suspenderlo inmediatamente y no ser tratados de nuevo con estos fármacos».

Unas 130.000 personas toman en Galicia fármacos para trastornos relacionados con la glándula tiroides. El aumento de la glándula tiroides se asocia con un factor endémico, caracterizado por el déficit de yodo, que se da de forma permanente en muchas zonas de países subdesarrollados. En España, las zonas endémicas preferentes son las regiones montañosas como Galicia, Asturias, Pirineos y Granada, según fuentes del Hospital Ramón y Cajal de Madrid.