El país del hijo único necesita hermanos

María Puerto PEKÍN

SOCIEDAD

TED ALJIBE / Afp

China registra la tasa de natalidad más baja de los últimos 60 años

04 feb 2019 . Actualizado a las 08:04 h.

Décadas de estricto control de natalidad bajo la política del ‘hijo único’ para evitar el crecimiento desmesurado de la población empiezan a mostrar sus efectos negativos. La población envejece y el número de nacimientos decrece, poniendo en peligro la sostenibilidad de la sociedad china. Los intentos del Gobierno para incentivar la natalidad y que llegue el ahora bienvenido segundo hijo de momento no dan resultados.

En el 2018 China registró la tasa de nacimientos más baja desde 1961. Según los datos publicados por la Oficina Nacional de Estadísticas, el año pasado nacieron 15,23 millones de niños en todo el país, unos dos millones menos que en el 2017.

Yao Feng, a sus 34 años y con una hija de diez, asegura que ella y su marido nunca se ha planteado tener más hijos. No podrían afrontar el gasto que supone pagar la educación de dos y mantener su nivel de vida. Además ahora, con una hija ya crecida, representaría una pérdida de libertad.

La bajada de la natalidad deja en evidencia el escaso éxito de la reforma de la ley del ‘hijo único’, realizada en 2016, para permitir tener dos. Se espera que este año se apruebe la supresión total de las políticas de control de natalidad y los chinos tengan libremente los hijos que deseen.

La caída de la demografía pone en peligro el crecimiento de China, que, a pesar de ser la segunda economía mundial, en muchos ámbitos sigue siendo un país en vías de desarrollo. En el futuro se reducirá la mano de obra, mientras que al envejecer la población requerirá más cuidados y gasto social.

El Gobierno calcula que, en el 2030, alrededor de una cuarta parte de la población tendrá 60 años o más. Los expertos advierten que derogar leyes no será suficiente y reclaman planes de incentivos para aumentar los nacimientos.

La natalidad en China se enfrenta a los mismos problemas que en otros países occidentales o asiáticos, como Japón o Corea del Sur. El alto coste de la vivienda, la educación o la salud y la mayor independencia de la mujer, que apuesta por desarrollar una carrera profesional, provoca que se opte por un solo hijo o ninguno.

Yao Feng, traductora de inglés de profesión, se muestra crítica con la campaña para fomentar la natalidad, porque cree que repercutirá en un recorte de las oportunidades laborales. Teme que las mujeres, que ya reciben muchas presiones para casarse jóvenes y enseguida ser madres, pierdan libertades y regresen a una vida de amas de casa. De hecho, en China se estigmatiza con el término «mujeres sobrantes» a las que llegan a la treintena sin casarse, porque no cumplen con el rol social establecido. 

Penalización social

Yao está convencida de que las directrices del Gobierno siempre se acaban cumpliendo. Pone como ejemplo las noticias lanzadas en plan globo sonda que proponen gravar con más impuestos a las parejas con un solo hijo. Pero, sobre todo, le preocupa que en el futuro las mujeres o parejas que se resistan a tener más de un hijo se vean penalizadas en su crédito social, el sistema instaurado por el Gobierno para puntuar a sus ciudadanos y del que dependerán cosas tan importantes como encontrar un buen trabajo o acceder a un préstamo.

Desde finales de los 70, cuando empezó a aplicarse la política del ‘hijo único’, varias generaciones de chinos se han acostumbrado a vivir en familias con un solo niño, pero parece que ha llegado la hora de tener hermanos.

China oficialmente tiene 1.390 millones de habitantes; si no aumenta la natalidad, a partir del 2027 la población empezará a decrecer y se podría reducir a 1.172 millones de personas en el año 2065.