Instrucciones para conservar los alimentos en la nevera y no intoxicarnos

SOCIEDAD

Maria Pedreda

Una cuarta parte de las intoxicaciones alimentarias son culpa de una mala refrigeración

06 feb 2019 . Actualizado a las 10:55 h.

La nevera no es un armario más para guardar cosas. Ni siquiera debería considerarse uno más entre todos los electrodomésticos de la cocina. Los frigoríficos nos simplifican la vida. Gracias a ellos, ahorramos tiempo, dinero y ganamos en salud. Eso, si los utilizamos bien. Una cuarta parte de las intoxicaciones alimentarias se deben a una inadecuada refrigeración, según la OCU. Sin ir más lejos, estos días se vuelve a hablar del joven belga que murió diez horas después de comerse un plato de pasta que llevaba cinco días fuera de la nevera.

El sentido común es la principal norma a seguir pero, a partir de ahí, hay muchos trucos a tener en cuenta. En el supermercado deberíamos escoger aquellos productos con una caducidad mayor y leer muy bien las etiquetas. Nos indicarán cuánto tiempo tenemos que conservarlo una vez abierto. Tampoco hay que entretenerse en el camino de vuelta a casa. «No solo hablamos de que los alimentos pierdan calidad y propiedades. Se puede dar un crecimiento microbiano que termine dando lugar a un problema sanitario», asegura Jorge Barros, catedrático en Tecnología de los Alimentos de la USC.

La temperatura ideal a la que debería estar la nevera es de 4 grados aunque es habitual que los frigoríficos de nuestra casa lleguen hasta los 6. Con respecto al congelador, lo normal es -18 grados, nunca debería subir de esa temperatura.

Hay que tener mucho cuidado con las veces que abrimos y cerramos la nevera y el orden es primordial. No se puede llegar a casa y meter la compra en la nevera sin pensar.

«Dentro de una nevera la temperatura no es homogénea y siempre tiende a estar más fría la parte inferior que la superior. ¿Por qué? Pues porque el aire frío baja, es más pesado, y el aire caliente al ser menos denso sube», afirma Jorge Barros. Por eso, según el catedrático, «En la parte de abajo de la nevera tienen que ir los productos que requieren más refrigeración, más delicados. Carne o pescado fresco y productos que acabamos de descongelar. En la parte de arriba pondría latas de bebida, huevos o yogures. En la parte intermedia irían, por ejemplo, los alimentos ya cocinados. Los embutidos abiertos. Y en los cajones, frutas y verduras». Muchas veces el espacio hace que hagamos un mal uso de la puerta que, en realidad, es la zona más expuesta. Las botellas y botes suelen ir ahí pero siempre hay que tener en cuenta que, tanto la leche como una lata de tomate abierto , tienen una vida útil muy corta.

«No hay que olvidarse de las cosas y hay que establecer prioridades. No podemos comenzar a abrir alimentos cuando en nuestra nevera tenemos productos que necesitan consumirse lo antes posible», mantiene Jorge Barros.

A la hora de guardarlos, sea en un táper o con papel film, lo importante es que el recipiente o envoltorio esté limpio y hacer el trasvase de una manera rápida para no romper la cadena de frío. 

Tiempos de duración recomendados en alimentos refrigerados

Embutidos: 3-4 días. Los embutidos en lonchas ya han sido manipulados por lo que su vida útil nada tiene que ver con los mismos productos cuando están envasados. 

Pollo: 1-2 días. Limpio y vacío o troceado no deberíamos mantenerlo en la nevera más de dos días. 

Pescado: 1 día. Con el pescado y el marisco hay que extremar la precaución. Lo ideal es comerlo el mismo día que lo compramos o, como mucho, al día siguiente. 

Huevos: 3 o 4 semanas. Los huevos frescos aguantan un mes en la nevera. Eso sí, una vez cocido solo debemos conservarlo una semana. 

Leche: 3-4 días. Si hablamos de leche de brick puede aguantar ese tiempo en la nevera. Si es fresca, es mucho más perecedera. En ese caso, hablaríamos de 1 o 2 días. 

Productos de carne elaborados como hamburguesas: 1- 2 días. 

 10 alimentos que se pueden comer «caducados», según la OCU

Según la Organización de Consumidores y Usuarios, hay algunos alimentos que podemos consumir aunque se nos hayan «pasado de fecha». Para explicarlo, la OCU asegura que la clave está en diferenciar dos términos: fecha de caducidad y fecha de consumo preferente. En su informe aseguran que la diferencia es muy clara: «si se consumen después de su fecha, los primeros pueden poner en riesgo nuestra salud mientras que los segundos no son peligrosos».

Han elaborado una lista con 10 alimentos con los que «no hay problema por consumirlos con fecha de consumo preferente días o semanas después, mientras no estén abiertos ni presenten signos de estar deteriorados. Eso sí, puede que tengan peor sabor o textura», advierten desde la Organización de Consumidores.

Esos productos son los siguientes: yogures, pan de molde, patatas fritas y frutos secos, bollos y galletas, refrescos y alcohol, pastas, arroces y legumbres, mermelada y mantequilla, embutidos y quesos curados, sopas y salsas de sobre, envases de tomate.

En cuanto a los alimentos que no llevan ni fecha de caducidad ni fecha de consumo preferente la OCU defiende que las bebidas alcohólicas con una graduación superior al 10% sí deberían llevar fecha de consumo preferente. «hay vinos que lejos de mejorar se estropean con el tiempo y aunque no suponga un riesgo para la salud, merma mucho la calidad del producto», mantienen. En cuanto a las frutas y las verduras, el paladar es el mejor juez.

«Pasada la fecha de caducidad, hay que abstenerse de comer carnes, pollo, pescado o queso fresco. El riesgo puede presentarse incluso antes de esa fecha si los alimentos no se han conservado a temperaturas adecuadas», advierten desde la OCU.