¿De dónde vienen las «fake news»? De un grupo de amigos de Macedonia del Norte

La Voz REDACCIÓN

SOCIEDAD

Al margen de los «trolls rusos», hay un negocio familiar de un puñado de personas de este país; llegaron a publicar que una musulmana quería prohibir el cerdo en Estados Unidos o que un agente secreto británico confesó en el lecho de muerte que había matado a la princesa Diana

27 ene 2019 . Actualizado a las 12:25 h.

El comercio de noticias falsas es «un negocio familiar» en Macedonia del Norte, donde una red de parientes y amigos elaboran información inventada y la distribuyen en las redes sociales en busca de ingresos publicitarios, explicó a la agencia Efe el investigador de la Universidad holandesa de Leiden Peter Burger.

«Se trata de un puñado de aficionados, en el sentido de que tienen un trabajo y esto lo hacen solo por dinero. Llegan a millones de personas pero no tienen intención de influenciar a una audiencia, lo cual los diferencia de los trolls rusos, que sí tienen un objetivo político claro», explicó el investigador de la Universidad de Leiden Peter Burger.

Burger y su colega belga Maarten Schenk han investigado durante los últimos dos años, con la ayuda de programas de verificación, esta red bautizada como Kumanovo, que mantienen en circulación noticias falsas sobre inmigrantes y discursos de odio que han llegado a millones de personas en todo el mundo.

El eje de la red es un soldado macedonio que difunde la información en su tiempo libre, y cuando no se ocupa él un «buen amigo suyo y su esposa» toman el testigo para seguir produciendo y, advierte el investigador.

«Les da totalmente igual el efecto de sus historias, solo les importa aumentar sus ingresos» en publicidad, afirma Burger.

«Este es un ejemplo, pero son muchos más. No hemos sido capaces de obtener una cifra exacta. Los hay que tienen diez o veinte páginas privadas abiertas solo para este propósito y obtienen la información de otras fuentes, lo que también les indica qué tipo de noticias son de interés de la gente y les darán más clicks», agrega Burger.

Los mensajes van generalmente en inglés porque así llegan a un público más amplio, pero «no los escriben ellos porque este no es su primer idioma», y se ven obligados a copiar los textos de otras páginas o medios, con faltas de ortografía o mezclando párrafos sin coherencia, y los distribuyen en Twitter y Facebook a través de usuarios falsos.

Su público, que pocas veces percibe la incoherencia de los textos o la fiabilidad de la fuente, va desde cristianos conservadores, xenófobos, homófobos, partidarios del presidente estadounidense, Donald Trump, populistas de diferentes países y hasta fanáticos de teorías de la conspiración.

Cuando los navegantes llegan a estas páginas web, la red que distribuye la información recibe ingresos en concepto de publicidad porque los sitios están conectados a la red publicitaria Google AdSense, y el proceso «es así de fácil», subraya Burger.

La primera pista sobre los productores de noticias falsas arraigada en el sudeste europeo llegó en el 2016, después de las elecciones presidenciales en EEUU, cuando se hizo público que decenas de adolescentes habían ganado miles de euros en publicidad por distribuir mensajes falsos en Facebook.

Estos dos investigadores, que gestionan dos web de desmentido de bulos -Nieuwscheckers y LeadStories- lograron ahora mapear el rango de esta red con mayor precisión e identificar a las personas detrás de las páginas, que ya no son adolescentes, sino personas de mediana edad y sus familiares y amigos.

Los operadores de la red investigada son empleados en empresas privadas e incluso funcionarios y militares y han creado más de setenta páginas desde 2016, que han generado 7,16 millones de comentarios y reproducciones en Facebook y Twitter.

En su informe señalan, a modo de ejemplo, una de las publicaciones más sonadas de Facebook porque se compartió más de 630.000 veces, con el título: «Una musulmana: Queremos tener menús sin cerdo o nos iremos de EEUU. ¿Cómo responderías a esto?».

Otro de los textos afirma que «un agente secreto británico confesó en su lecho de muerte que había asesinado a la princesa Diana, por orden del príncipe Felipe, el marido de (la reina) Isabel» y la noticia falsa viene acompañada de una foto de 2010 que muestra a un paciente en un hospital australiano.

Para dar una idea, señala el informe, el diario holandés Telegraaf logra 15,7 millones de interacciones al año, pero necesita diez veces más artículos y un gran equipo periodístico profesional.

Después de terminar el informe y antes de hacerlo público, los investigadores se pusieron en contacto con Twitter, Facebook y Google para ofrecerles el resultado de su trabajo y que ello les obligue a mantener un mayor control de las páginas web involucradas.

«Nos dijeron que están muy comprometidos con este asunto, reconocieron que las cosas que descubrimos van contra sus normas y después vimos que habían cerrado algunas de las cuentas que habíamos incluido en la lista. También cerraron las cuentas de Adsense vinculadas a estas web, pero tampoco hicieron grandes comentarios», lamenta.