«Con las becas a EE.UU. mandamos a nuestros hijos a una ruleta rusa»

Mila Méndez Otero
mila mendez LA VOZ / REDACIÓN

SOCIEDAD

M. M. Otero

Los padres de la adolescente que lleva una semana con sus pertenencias apiladas en bolsas de basura denuncian la falta de control del programa de inglés

01 feb 2019 . Actualizado a las 11:07 h.

Para llegar hasta ella son necesarias al menos 15 horas de vuelo y un mínimo de dos escalas. N. F. tiene 16 años y lleva una semana durmiendo en un sofá con sus cosas apiladas dentro de bolsas de basura. El idolatrado american way of life le sabe a pesadilla a esta adolescente coruñesa. Gracias a sus buenas notas la aceptaron en un programa del Ayuntamiento para estudiar inglés en EE.UU. La primera casa en la que estuvo era «un galpón», califica Imma Fraga, la abogada que han contratado sus padres. Dormía en un colchón con chinches y cucarachas, porfían. 

N. F. cogió una infección que la llevó a urgencias. Solicitó el cambio de familia pero la situación no mejoró mucho. «El nuevo padre de acogida la llevaba con ellos para que viera cómo disparan en el campo», exclama Fraga. No solo eso, comenzaron a exigirle 50 dólares para su manutención, petición prohibida en las bases de la beca. Como se negó, primero le quitaron el rúter (y con él, Internet) y después la echaron de casa, según la versión de la familia española de la joven.

Ahora malvive en una salita de la coordinadora de las becas en Cleveland (Ohio). «Hablamos con ella por WhatsApp. Está angustiada. Para nosotros la desesperación es doble, no sabemos cuánto más podrá continuar así», confiesa Chus, su madre. «Los padres de una compañera de su instituto se ofrecen a acogerla pero, como no están dentro del programa, la organización no les deja», sanciona la abogada.

«Yo pensaba que desde España la organización conocía a las familias. Resulta que no. Depende todo de la empresa estadounidense. Jamás nos informaron de estas condiciones en las reuniones de la beca. Mandamos a nuestros hijos a una ruleta rusa», reprocha la madre de la joven.

La empresa CLS es el nexo en España de la gestión del programa que lleva en activo en A Coruña desde el 2007. «Nos dicen que lo van a solucionar lo antes posible, pero estás intranquila. Además, no sé si a estas familias las van a penalizar», reitera Chus.

Desde el Ayuntamiento, apuntan que «a empresa ten unha acreditada experiencia coa xestión de estancias no estranxeiro». Se han reunido con la madre de la joven para informarla de los pasos a tomar y remarcan que son «habituales neste programa, como sucedeu noutros anos, as solicitudes de cambio de familia». Chus confía en la entereza de su hija: «Es fuerte y no quiere perder el curso. Nosotros no queremos que esto se repita, que no le suceda a más chicos».

Desde la empresa que gestiona las becas en EE. UU., CLS, indican que Estados Unidos «es un país con cultura, forma de vida, naturaleza, educación, religión, etc., muy distintas de lo que habían estado acostumbrados los menores hasta su participación en el programa», dicen. En el caso de N. F. la compañía indica que la primera familia que había alojado a la joven lo había hecho antes con otros nueve estudiantes extranjeros «sin ninguna incidencia reseñable», y dicen que el cambio de familia se hizo en dos días. Según la firma, con la segunda familia no hubo problema hasta el 20 de enero. «En ese punto se produce un desencuentro entre la estudiante y la familia», dicen desde CLS. Afirman que nunca estuvo incomunicada (la familia le quitó el rúter, según los padres de la menor, que ella misma pagaba) pues tenía su móvil y el teléfono de la casa. Dicen, frente a lo que apunta la abogada, que nunca pensaron en cambiarla de estado y que su contacto con la familia española «ha sido constante».

otro caso similar

Leer la historia de N. F. hizo que algo que se removiera en el interior de Julia López. Esta madre pasó por una situación parecida. Fue con el mismo programa de becas del Ayuntamiento, pero hace cuatro años. «Entonces, callamos. La herida sigue abierta», admite.

C., inicial del nombre de su hija, fue a Iowa. «La expulsaron del colegio porque discutió con una compañera. Sin mediar palabra con ella, la profesora le mandó la notificación por mensaje. La familia también la abandonó, sin más», relata Julia López. Como es profesora de inglés «y me defiendo en el idioma», contrataron a un abogado en Estados Unidos. «La expulsión fue improcedente y tuvieron que readmitirla. Fue a otro estado, Texas. El abogado costó 6.000 euros, pudo haber perdido todo el año académico», censura la madre.

El anterior equipo de gobierno local en A Coruña le dio su apoyo, pero los costes corrieron a su cargo. «Para los organizadores en EE.UU. esto es un negocio. Nunca van a apoyar al adolescente extranjero. No tiene derechos. Hay un lado oscuro en estas becas. Mi hija tuvo una depresión importante. Al final, familias hay tantas como personas, y ahí está el riesgo. De 40 casos, cinco salen mal. Si te toca, estás totalmente desamparado. La empresa que lo coordina en España depende de la estadounidense», critica Julia.

Su hija pudo terminar aquel curso en Texas y ahora está en la universidad. Su petición es que se incrementen los controles en este tipo de iniciativas que implican a menores. 

Desde CLS también dan su versión de lo ocurrido entonces e indican que fue el colegio americano, no ellos, el que expulsó a la menor española «como consecuencia de un mensaje inapropiado y malsonante enviado por C. a otra estudiante de intercambio que vivía en su misma familia», dice la empresa, que dice que la chica fue finalmente expulsada también del programa «dado el carácter académico» del mismo. La madre de la estudiante contrató a un abogado que logró que la chica fuera readmitida en el centro escolar y entonces, dice CLS, «la organización buscó y encontró una nueva familia y colegio que aceptaran a C., esta regresó al programa y lo terminó con total normalidad». La compañía recuerda que más de 500 estudiantes coruñeses disfrutaron del programa de becas durante los últimos 14 años.