Todo un pueblo se involucró en el objetivo de ser más saludable

Raúl Romar García
R. Romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Parte del equipo del Clínico de Santiago y del centro de salud de A Estrada que coordinó el estudio
Parte del equipo del Clínico de Santiago y del centro de salud de A Estrada que coordinó el estudio CHUS

«La predisposición de la gente fue admirable y aprendió a comer mejor y más sano», dice el director del centro de salud de A Estrada

26 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Compromiso, entusiasmo, familia y una gran capacidad de movilización. Estas fueron las principales claves del éxito del ensayo clínico realizado en A Estrada para probar las propiedades saludables de la dieta atlántica, que se ha convertido en un referente no solo en España, sino también en Europa. La experiencia se llevó a cabo durante seis meses, aunque en realidad fueron necesarios casi dos años para planificarla por parte del equipo de médicos del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago. Previamente, varios grupos científicos analizaron las propiedades nutricionales y saludables de los productos, que siete empresas ofrecieron de forma gratuita a los participantes en el estudio.

Los facultativos que dirigieron el trabajo y los nutricionistas contratados para el proyecto trabajaron conjuntamente con los médicos del centro de salud de A Estrada y ofrecieron sesiones individuales y en grupo de educación nutricional, alimentaria y gastronómica a las familias, en las que les aportaban información sobre la dieta atlántica y cómo seguirla.

También se organizó una jornada sobre prácticas de cocina impartida por Belarmino Fernández, profesor de la Escuela de Hostelería de Santiago, quien también fue el encargado de elaborar 50 recetas, que se plasmaron en el libro Platos y menús atlánticos, a partir de las recomendaciones de los nutricionistas -que las evaluaron- y de las propias preferencias de los participantes.

«La población de A Estrada mostró una predisposición admirable para colaborar con todo», destaca Juan Sánchez, director del centro de salud de la localidad, que también se ha convertido en un referente a la hora de desarrollar estudios en colaboración con los investigadores. «En este caso -dice- el estudio fue ideal, porque era sobre nuestra dieta tradicional, la de nuestros abuelos, y porque puso el enfoque en las familias, que fue algo que le aportó mucho valor, porque se cambiaron los hábitos en el seno familiar en conjunto». El grado de involucración de los participantes fue tal que «no solo mejoró la salud de las 127 familias del grupo de intervención, sino también las del resto, porque hubo un efecto arrastre, un beneficio compartido. La gente entendió muy bien lo que les explicábamos y aprendió a comer mejor y más sano», asegura Sánchez. En total, a la experiencia directa se sumaron, de una forma o de otra, 720 vecinos.

Al final, todo el pueblo colaboró en la iniciativa. No solo las familias implicadas, sino también las autoridades municipales, los colegios, los sanitarios de atención primaria, los comerciantes, los transportistas... «En cierto modo todos ellos se convirtieron en científicos voluntarios», subraya la coordinadora del estudio, María del Mar Calvo.

Entusiasmo colectivo

Este entusiasmo colectivo lo recuerda el alcalde de A Estrada, José López Campos, quien también desde el municipio se mostró dispuesto a colaborar con la iniciativa. «Nós -apunta- non puxemos cartos, porque xa tiñan un presuposto, polo que cando nos comentaron o proxecto o único que lles dixen foi: ‘‘Que necesitades?, porque estamos dispostos a colaborar no que faga falta’’». «Foi -añade- unha auténtica sorte poder participar, e xa lles dixen que cando teñan outro tamén estamos dispostos a sumarnos». El Ayuntamiento ofreció sus locales y se encargó de la logística, de llevar puntualmente a los hogares la comida -mejillones de la ría, grelos, berzas, queso cremoso, aceite de oliva producido en Galicia y vinos albariño y mencía- que fue aportada por las empresas.

«Cuando se planificó el proyecto, una de las condiciones que pusimos fue que los productos fueran gallegos y que cada uno de ellos tuviese un compuesto beneficioso para la salud», explica la investigadora de la Misión Biológica de Galicia (CSIC) Carmen Martínez, cuyo equipo se encargó de analizar el aceite de oliva y los vinos y uvas.