«En las escape room no hay nada peligroso»

R. r. garcía REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Álex López-Benito

Las salas proliferan en Galicia, donde sucesos como el ocurrido en Polonia son inimaginables

08 ene 2019 . Actualizado a las 13:09 h.

Una sala cerrada, un grupo de entre dos y seis personas, un enigma por resolver y un reloj. Tic, tac, el tiempo empieza a correr. Son, por lo general, sesenta minutos para solucionar el desafío a partir de las distintas pistas que se ofrecen, de los acertijos planteados o de los rompecabezas que hay que solucionar. ¿El premio? Que se abra la puerta, y, si puede ser antes de una hora, mejor. Es el premio de un ejercicio en el que prima el divertimento, pero en el que también se pone a prueba el trabajo en equipo, la lógica, la atención y la intuición de los participantes.

En esencia así es cómo funcionan las escape room, un juego en grupo practicado en una sala cerrada que cada vez conquista a más aficionados en Galicia, donde ya operan más de treinta locales de este tipo, en los que cada vez también es más habitual que acudan equipos de empresas. Incluso algunas compañías incluyen este juego dentro de sus políticas de selección de personal.

Sobre ellos pesa ahora el fantasma de lo ocurrido en Polonia, donde el pasado fin de semana murieron cinco adolescentes en uno de estos establecimientos a causa de un incendio provocado por un cableado en mal estado. Fue, sin embargo, un mero accidente que pudo haber ocurrido en cualquier otro sitio. Así lo asegura Fran Suárez, responsable de una de las franquicias que The Rombo Code tiene en el polígono de A Grela, en A Coruña. «Son -dice- espacios absolutamente seguros. Aquí no hay nada que pueda resultar peligroso, ni material inflamable ni cosas raras que se pueda imaginar la gente». Incluso son entornos aptos para las personas con claustrofobia, ya que las habitaciones tienen unas dimensiones de entre 25 y 50 metros cuadrados. Si además se superan los 60 minutos de juego las puertas se abrirán automáticamente, lo que significa que los participantes han perdido.

«Son oficinas que ambientamos para los juegos. El riesgo es el mismo que en cualquier oficina»

«En realidad son oficinas que ambientamos para cada tipo de juego que proponemos y presentan el mismo riesgo que puede presentar cualquier otra oficina», esgrime Suárez. En su caso, el negocio tiene dos salas. Una está ambientada como un museo dedicado a Cervantes, ya que en este caso el desafío que se plantea a los jugadores es resolver un misterio en torno a un supuesto capítulo perdido de la obra del Quijote. La otra emula al despacho de un profesor en el que habrá que revolver entre los papeles perdidos de Casanova para resolver el reto. Todo es absolutamente inofensivo. Si alguno de las participantes se ve agobiado o incapaz de resolver el enigma tampoco tiene por qué sufrir innecesariamente: basta con que pulse un botón rojo, el llamado botón del pánico, para que la puerta se le abra y salga el exterior. Aunque, en realidad, muy pocos lo han hecho en los dos años en que lleva en funcionamiento el local.

«Casi nunca se pulsa el botón del pánico. En todo este tiempo lo habrán hecho cuatro o cinco veces, pero porque la gente tenía que ir al baño. Pero luego volvían a entrar», explica el responsable del establecimiento.

Videovigilancia

A las escape rooms, dado que en esencia no son más que oficinas habilitadas para determinados juegos, tampoco se les exigen medidas de seguridad especiales. Cuentan con salidas de urgencia y con extintores, pero, sobre todo, las salas están dotadas de sistemas de videovigilancia para el seguimiento de la acción y por las que el denominado game master ofrece nuevas pistas en el caso de que los jugadores estén bloqueados, pero que también podrían servir para dar la alarma en el caso de que ocurra un suceso inesperado.