La lección de Sánchez Salorio sobre «las cosas aparentemente sencillas»

MONTSE CARNEIRO A CORUÑA / LA VOZ

SOCIEDAD

Sánchez Salorio, con Francisco Vázquez (a su derecha) y el editor Conde-Corbal, este miércoles en A Coruña
Sánchez Salorio, con Francisco Vázquez (a su derecha) y el editor Conde-Corbal, este miércoles en A Coruña MARCOS MIGUEZ

El médico presentó en A Coruña una recopilación de sus artículos en La Voz editada por el sello El Cercano

20 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

En el último de los tres artículos periodísticos que Manuel Sánchez Salorio publicó en enero del 2016 sobre los motivos y las finalidades de leer, el oftalmólogo recoge unas palabras en latín que Plinio el Viejo atribuye al pintor Apeles -traducidas vendrían a ser «Ni un día sin línea»-, con las que el médico coruñés anima a tener siempre un libro al alcance de la mano. «En los Estados del Sur de la primera Norteamérica enseñar a leer a los esclavos era un delito grave. Hoy, como ayer -afirma Sánchez Salorio-, eso son y seguirán siendo los grandes libros: ventanas abiertas al viento de la libertad».

Este miércoles, en la presentación en A Coruña de La lección del sábado, un volumen editado por el sello ourensano El Cercano que reúne esos y otros artículos publicados en La Voz bajo el nombre de Doktor Pseudonimus, el catedrático indagó a los 88 años las razones de enseñar -según Mondino de Luzzi, «ejercitar la inteligencia, sacar alguna cosa del olvido y complacer a los amigos», apuntó- y situó en alguna de ellas las fuentes de sus artículos. En el fondo, reflexionó, escribir es una terapia contra la soledad y una operación en la que «se recibe mucho más de lo que se da». Y no ocultó la función del «ego de las palabras, y del propio autor» en la publicación de este libro, que se resiste a la fugacidad del periódico del día. «El duro deseo de durar», resumió, parafraseando a Paul Éluard, o la justificación de Luís Pimentel, «para iso é o meu verso / para lle dar eternidade ás cousas».

Moncho Conde-Corbal, editor y creador de un espacio cultural con afán disruptivo, había iniciado el acto con un agradecimiento a La Voz por darle espacio a los textos de Salorio y al propio Salorio, que reúne prestigio y «altura intelectual», y así y todo, o por eso, «confía su pensamiento a una editorial underground». El autor sonreía por lo bajo, adelantando lo que luego diría, que el libro trata de sacarle «el jugo profundo a cosas aparentemente sencillas» y entender lo que ocurre alrededor, «sin renunciar, si se tercia, a la sonrisa». Y a ese humor y «personalidad inabarcable» del médico volvió Francisco Vázquez, exalcalde de A Coruña, al presentar La lección del sábado y sus «deliciosos opúsculos» como un libro «total», que «ilustra, entretiene y divierte». Para muestra, mencionó el artículo por entregas dedicado a los pantalones vaqueros, que hilvana la emigración judía a Estados Unidos con la fiebre del oro, disquisiciones sobre la lona y el algodón, historias de Hollywood y el Cantar de los Cantares. Vázquez abundó en la «erudición nunca pedante» de Sánchez Salorio, la brillantez narrativa, la influencia germánica que «lo exime de cualquier tentación de prosa pomposa» y su capacidad para «saber, entender y divulgar». Y más aún, le atribuyó cualidades proféticas, que quedaron en evidencia al salir a la luz el debate sobre la veracidad de la trifulca entre Unamuno y Millán Astray, que el oftalmólogo ya había apuntado meses antes. Tales dotes, advirtió el exalcalde, tienen que ver con una vida larga mirando el fondo del ojo de las personas, donde reside el arte de la adivinación.