Anna Ferrer: «La pobreza crea tristeza, no puedes ser feliz viendo a tu hijo llorar con dolor»

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

Sandra Alonso / Fundación Vicente Ferrer

La viuda del filántropo y presidenta de la Fundación Vicente Ferrer asegura que si cada persona ayuda a otra, es posible acabar con la miseria extrema

30 nov 2018 . Actualizado a las 08:20 h.

Conoció a Vicente Ferrer en el año 1968, y ya no pudo abandonar un proyecto que ha ayudado a tres millones de personas en la India. La viuda y presidenta de la Fundación Vicente Ferrer visita estos días España para explicar los avances en la erradicación de la pobreza. Ha hecho mucho, pero tiene empuje e ilusión para hacer mucho más.

-¿La crisis nos ha hecho más o menos solidarios?

-Nos ha hecho más solidarios. En la India es cierto que hemos perdido algunos padrinos, porque sufrieron mucho durante la crisis y no pudieron continuar con su apoyo, pero nos quedó un fantástico grupo, más de 150.000 personas, que piensan muchísimo en su niño apadrinado y en su familia. Incluso pasándolo mal siguen con estos apadrinamientos. Y en España he notado que durante la crisis familias en las que los hermanos no se habían visto en años, de repente uno comenzó a ayudar al otro y mejoró la solidaridad en la familia. Todo lo que hemos logrado es gracias a la solidaridad entre España e India y entre personas de España e India. Y no son personas ricas, son personas muy normales, personas que tienen corazón.

-Tras 50 años con esta fundación, ¿cree que es posible acabar con la pobreza en el mundo?

-Es posible, es posible. Cuando no teníamos nada, Vicente convenció a cuatro voluntarios, solos en medio del desierto, de que podían ayudar, y miles de personas salieron de una pobreza muy extrema. Si cada persona cree en su capacidad y en su responsabilidad de hacer algo, de ayudar a alguien de la familia, a un vecino o a otra persona, podemos acabar y poner fin a la pobreza extrema en el mundo. Yo creo en esta posibilidad, aunque en países en conflicto sería diferente.

-En esta sociedad consumista y estresada es común escuchar que en los países pobres hay más felicidad, ¿lo cree usted? ¿No hay hipocresía detrás de la frase?

-Es verdad y no es verdad. Es cierto que allí con pocas cosas materiales son felices. Si tienen una pequeña casita, sea sin muebles o con pocos, están bien, si tienen bicicleta o no la tienen, están felices. Pero la pobreza crea miseria y tristeza, y las personas sufren. No puedes estar feliz cuando estás viendo a tu hijo llorar con dolor.

-Dice que detrás de un gran hombre no hay una gran mujer, sino a su lado, ¿qué le aportó usted a Vicente, y viceversa?

-Formamos un buen equipo (se ríe). Vicente era el visionario, quería llegar a todas partes y ayudar a todo el mundo, y yo quería hacer las cosas muy bien. Yo creía que si teníamos una escuela para chicos, antes de tener una segunda era necesario que esta funcionase muy bien. Con Vicente me di cuenta de que no era necesario, puedes empezar cinco y si el sistema funciona, todo funcionará bien. Eso lo aprendí de él, y él aprendió, con todos los sueños que tenía, que no todo es posible, que todo no se puede hacer.

«Una sociedad patriarcal donde el hombre ve a la mujer como objeto sexual no puede mejorar»

India es el país más peligroso del mundo para la mujer, según varios estudios publicados recientemente. Los matrimonios concertados con niñas, y la violencia contra ellas, es una de las principales preocupaciones de Anna.

-¿Cuál es la peor violencia que sufren las mujeres indias?

-Lo peor es que no se las trate como seres humanos iguales. En esta sociedad patriarcal los hombres ven a una mujer o a una chica como objetos sexuales, y así es imposible que podamos mejorar la situación. Sin un cambio en los valores entre hombres y mujeres, y si no se dan cuenta de que las mujeres son seres humanos iguales con todos los derechos de tener una vida digna, no podremos llegar a la igualdad. Aunque los países aprueben leyes y aunque haya muchas asociaciones que trabajan a favor de las mujeres, hay que cambiar y tomar conciencia. Si hacemos esto durante 50 años podremos ver una diferencia, si no, no.

-¿Se siguen concertando matrimonios con niñas?

-Ha mejorado muchísimo. En nuestra zona, durante los primeros 20 años se casaban con 11 y 12, hoy en día conocen sus derechos y si tienen estudios la mayoría se casa después de los 18, pero si abandonan la escuela antes del bachillerato hay padres que conciertan bodas con 15 y 16 años, por eso debemos continuar. En zonas a las que acabamos de llegar todavía se casan con 13 y 14, pero no podemos llegar y decir esto no es legal, hay que ir poco a poco. En nuestra zona sí podemos decirlo porque ya tenemos la confianza de hombres y mujeres.