El CSIC, obligado a reinventarse para superar una de sus mayores crisis

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

CSIC

Su presidenta advierte que sin más financiación será «insostenible» hacer ciencia

20 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Cambio profundo en el CSIC. Es el futuro que le espera al mayor organismo público de investigación en España, con más de 11.000 empleados, de los que 3.000 son científicos, y 120 centros repartidos por todo el territorio, cinco en Galicia. La institución lleva varios años sacudida por la crisis, pero los problemas puntuales amenazan con convertirse en estructurales. A la recurrente falta de financiación se suman otras cuestiones no menores: un envejecimiento preocupante de la plantilla; enormes dificultades para atraer talento nuevo o de ofrecer una estabilidad laboral a los jóvenes ya incorporados y una excesiva burocracia que ralentiza los procesos y deja sin apenas margen de maniobra. El CSIC, hasta el momento, ha vivido de rentas para mantener la excelencia, de los proyectos conseguidos en Europa a nivel competitivo y de la colaboración con las empresas, pero la situación se ha tornado en límite.

La situación es tan crítica que, si no se reciben más recursos, en 4 o 5 años hacer ciencia será «insostenible», especialmente para los grupos de investigación básica, los más castigados por la crisis. Es la alerta que emitió ayer la presidenta del ente, Rosa Menéndez, en una cita histórica. Por primera vez ha reunido en un mismo lugar a más de 1.000 científicos para afrontar el desafío y aportar soluciones entre todos. «El objetivo -dijo- Menéndez- es que entre todos construyamos un nuevo CSIC, más eficiente y transparente, colaborativo y también ambicioso en el impacto».

El reto, sin embargo, no es fácil. La institución perdió un 30 % de su plantilla desde el 2001 y, debido a la rigidez marcada por el Estado, apenas se han hecho nuevos contratos. «Tenemos plantillas muy envejecidas -admite Menéndez- tanto que, si no se refuerzan pronto, tendremos que cerrar centros». «El CSIC -añadió- necesita un cambio profundo. Funciona y hacemos ciencia de excelencia, pero hay que ser exigentes y plantearse retos más allá para ser un referente nacional e internacional».

Buena parte de la solución debe llegar del Gobierno, tanto para que inyecte nuevos fondos -sería necesario aumentar la financiación en un 20 % para recuperar la plantilla del 2011 de 16.000 personas- como para que impulse la flexibilidad de un organismo encorsetado por la burocracia, que establece unas reglas rígidas de contratación y control de gastos, y permita, a su vez, estabilizar al personal. Sobre este último aspecto, el vicepresidente de Investigación Científica, Jesús Marco, avanzó que, de aquí a fin de año, se esperan buenas noticias. «Hemos presentado -dijo- un paquete de medidas que incluye mejoras de la gestión para reducir la burocratización y la temporalidad. Se está considerando una ley que incluya estas medidas y confío en que antes de Navidad podamos verlo». También se trabaja en un acuerdo con Hacienda y Función Pública para estabilizar a mil personas.

La situación de los centros gallegos es similar a la del resto del territorio. «Aunque la situación ha mejorado en los últimos tiempos con respecto al 2011 o 2012, es imprescindible captar talento y limitar la rigidez burocrática, porque a veces perdemos más tiempo en las gestiones que en la propia investigación», explica Elena Cartea, directora de la Misión Biológica de Galicia, que sí aplaudió el hecho de que el CSIC dé participación a todos sus científicos para afrontar los retos del organismo.