Xosé Vizoso, exdiseñador de Sargadelos: «Alí non era posible estar triste»

Lucía Rey
lucía rey CERVO / LA VOZ

SOCIEDAD

PACO RODRÍGUEZ

El que fue dibujante de cabecera de Sargadelos durante cuatro décadas recuerda los inicios de una empresa emblemática que aunó industria, cultura e identidad de Galicia

24 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Mondoñedo, 1968. Animado por su profesor de Dibujo en el instituto San Rosendo, el artista valenciano Juan Puchades, un joven Xosé Vizoso (Mondoñedo, 1950), que con apenas 18 años ya ha ganado el Premio Nacional de Escultura, se presenta al proceso de selección de maestros de decoración para la nueva fábrica de cerámica que se construye a unos kilómetros, en Sargadelos. En esa parroquia de Cervo, a escasos metros del lugar donde a principios del siglo XIX Antonio Raimundo Ibáñez montó la primera industria siderúrgica de Galicia y una fábrica de loza, Luís Seoane e Isaac Díaz Pardo, dos artistas e intelectuales que han vivido el exilio (el primero) o sido testigo de él (el segundo), están a punto de crear un innovador complejo cerámico que aunará industria y cultura, y que a partir de entonces abanderará la identidad de Galicia por todo el mundo. Lo harán a través del Laboratorio de Formas y Cerámicas do Castro, y la conexión con Vizoso es inmediata. «Fixéronme uns exames cuns debuxos, e ao cabo dunha semana veume unha carta de Cerámicas do Castro na que me dicían que vían en min a persoa que necesitaban. Que me presentara na fábrica do Castro de Samoedo, en Sada, para asistir a un curso de formación polo que me ofrecían unha bolsa de 5.000 pesetas. Cheguei en agosto, despois de facer a reválida», recuerda Vizoso, que repasa, uno a uno, los nombres de Lalo Gradaílle, Rafael de Cándido, Pepe Piñón, Suso Pereira, Esther Segurado, Manola Segurado y Fina Santos. Ellos fueron los primeros trabajadores de la quinta etapa de Sargadelos.

Meses muy intensos

Moldear, cocer, marcar platos, pintar, borrar, repintar... Fueron unos meses intensos en los que Vizoso, que enseguida se empapó de las ideas y el entusiasmo por recuperar y poner en valor la memoria de Galicia, se recuerda acompañando a Díaz Pardo en visitas a Bonxe o Mondoñedo para conocer en persona la experiencia de veteranos alfareros. «Isaac colleume da súa man, e das primeiras cousas que fixen foron os catro murais de Seoane que están no comedor da fábrica, e un que hai fóra que se destapou o día da inauguración», señala el hombre de quien Díaz Pardo destacó «a súa admirable disciplina para concibir, proxectar e realizar formas».

Y llegó el 11 de mayo de 1970, la fecha en la que se inauguró la emblemática planta circular donde se han preparado y pintado a mano millones de vajillas, juegos de café, «tú y yo», ensaladeras, colgantes o figuras decorativas inspiradas en tradiciones, leyendas, arquitecturas, motivos del románico o figuras emblemáticas de Galicia. «Creo que fora o crego Chao Espiña e foramos buscar uns toxos floridos para poñer nun altar. Houbera algo de viño e uns petiscos, e moitísima xente. Recordo que ata a xente que viñera do Castro tivera que ir comer a casas particulares», dice Vizoso. «Do primeiro que fixo Seoane -señala- foron unhas xerras grandes coas cabezas de Castelao, Valle-Inclán e Unamuno. Dicía que a historia de Galicia había que vendela aínda que fose con xerriñas». «Foi unha revolución porque en Cervo daquela non había nada. Só había algo do mar e a cousa do bonito, algo de caolín, e a fábrica de Gres en Burela, pero con pouca xente», relata el artista mindoniense. La acogida social y comercial fue tremenda desde el inicio, también a nivel local, donde la fábrica empleó a mucha gente de la zona, especialmente a mujeres jóvenes, que en Sargadelos se formaron y encontraron un empleo con unas condiciones laborales que aún hoy son dignas de admiración. El Seminario de Estudos Cerámicos, en el que cada año se reunían especialistas de talla internacional, fue otro hito. «En Sargadelos non era posible estar triste», evoca Vizoso.