«Papá, si fumas no me des un beso ni me cojas en brazos»

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

MARCOS MÍGUEZ

Un estudio revela que los niños expuestos al tabaco en el hogar sufren más infecciones respiratorias e ingresos hospitalarios

23 oct 2018 . Actualizado a las 08:30 h.

«Papá, si fumas no me des un beso». Mensajes como este aún no están impresos como advertencia en las cajetillas de tabaco, pero no es descabellado pensar que podrían aparecer a medio plazo. No lo es porque cada vez son más los estudios que demuestran los efectos perjudiciales para la salud del humo ambiental. Y no se trata solo del efecto directo provocado por las inhalaciones involuntarias, la forma más común de tabaquismo pasivo, sino por el riesgo que supone estar en contacto con las partículas tóxicas de la nicotina que se almacenan en la ropa, en la piel, en el suelo, en los sofás, en la cama o en cualquier superficie del hogar. Es el humo de tercera mano, muy perjudicial para bebés y niños.

Un nuevo trabajo, publicado en la revista Prevención del tabaquismo, de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), revela que el 43 % de los niños de 0 a 3 años están expuestos al humo ambiental del tabaco en su hogar, lo que supone que reciben una dosis de nicotina total equivalente a fumar entre 60 y 150 cigarrillos al año. ¿El resultado? Estos pequeños presentan más infecciones respiratorias de las vías altas -sinusitis, faringoamigdalitis y otitis- y de las bajas, además de un mayor número de episodios de crisis asmáticas. Todo ello deriva en un mayor número de visitas al pediatra y de ingresos hospitalarios. Así, los niños expuestos tuvieron una media de 9 episodios de infecciones respiratorias frente a 7,4 de los no expuestos; una media de 11,8 consultas al pediatra, frente a las 9,4 del resto, y una media de 1,9 ingresos hospitalarios frente a la de 1,1 de los pequeños que viven en casas de padres o cuidadores no fumadores. La evaluación se hizo en 150 niños de un centro de salud de Madrid.

«El mayor riesgo lo presentan los bebés, porque cuanto más pequeños y con menor peso son más vulnerables a las partículas tóxicas, a lo que hay que unir que son los que más tiempo están en casa o en brazos de sus padres fumadores», explica Eva de Higes, directora de la revista Prevención del tabaquismo y neumóloga del Hospital Fundación Alcorcón de Madrid.

Nicotina en la orina

Fumar en la cocina o al lado de la ventana tampoco es la solución, porque las partículas de la nicotina se depositan en las superficies del hogar o en la ropa de sus padres o cuidadores. «El bebé -destaca la neumóloga- inhala esas partículas tóxicas. Y es muy probable que cuando los padres llegan a casa le quieran dar un beso o tenerlo entre sus brazos, pero que sepan que si lo hacen le van a efectuar un aporte de nicotina». De hecho, análisis de orina en pequeños han encontrado han encontrado niveles altos de cotinina, un metabolito de la nicotina.

No existe ninguna legislación que impida fumar en casa o en el coche a los padres con niños, por lo que los investigadores entienden que lo prioritario es informar y sensibilizar a las familias. Pero también creen necesario hacerlo con los pediatras de atención primaria, para que cuando se presente un niño con asma o infecciones respiratorias pregunten a sus padres si fuman en casa.