¿Pagaremos el pulpo con «followers»?

Laura García del Valle
laura g. del valle REDACCIÓN / LA VOZ

SABE BIEN

Pepe Solla (Casa Solla), Dani López (O Camiño do Inglés), Jorge Gago (A Maceta) y Alberto Lareo (Restaurante Manso)
Pepe Solla (Casa Solla), Dani López (O Camiño do Inglés), Jorge Gago (A Maceta) y Alberto Lareo (Restaurante Manso)

Un restaurante de Milán ofrece platos gratis a los clientes con más de mil seguidores en Instagram a cambio de una foto del local; los chefs gallegos se oponen a esta práctica

16 oct 2018 . Actualizado a las 16:58 h.

El pasado jueves 11 de octubre Emilio, un italiano que trabaja en una agencia de medios de comunicación, subió una foto a su cuenta de Instagram de un plato repleto de makis que acababa de degustar en This is not a sushi bar, un restaurante japonés que acaba de abrir sus puertas en Milán. Emilio explicó en su publicación que este local es pionero en el campo del márketing digital al permitir a sus comensales pagar con los seguidores que tengan en esta red social. En función del número de followers que uno acumule obtendrá un número de platos gratis -a partir de 1.000 seguidores se comienza a obtener beneficios hasta llegar a los más de 100.000, momento en el que el cliente se pondrá las botas sin pagar nada-. La única contraprestación es subir una foto del local y la etiqueta que mencione el establecimiento. Lástima de Emilio, que con sus 491 amigos en Instagram pasó por caja como el común de los mortales.

En Galicia, los conocidos como influencers que ya se frotan las manos imaginando que este modelo de negocio pueda pisar pronto las tierras de Breogán será mejor que dejen de soñar. Al menos, en cuatro de los más reputados restaurantes de la comunidad. Sus chefs, cabezas visibles de la gastronomía gallega, consideran que esta estrategia de márketing es «absurda» y que no funcionaría en la comunidad, donde «el producto es el que hace que uno quiera repetir en un local, no una foto de Instagram».

Dani López, de O Camiño do Inglés (Ferrol), piensa que este tipo de herramientas no funcionan a largo plazo. «Entiendo que Milán es una gran ciudad y quizás este tipo de técnicas tengan gancho, pero ser conocido solo por los seguidores a los que, por cierto, tú les pides que publiquen algo positivo de ti, no lo hacen libremente, no es bueno ni para el restaurante ni para el comensal». Este cocinero añade que no se pueden comparar terrenos: «Mientras tú ves a un bloguero de moda poniéndose ropa, te puedes imaginar cómo te queda a ti o te puede inspirar, pero una foto no vale para un restaurante porque no puede competir con la sensación de comer bien. Y, en cualquier caso, no quiero que mis clientes se fíen de alguien que se vende al mejor postor».

Es por esto último que López rechazó, hace unos años, la propuesta de una influencer que pretendía comer gratis en su restaurante a cambio de publicar un post alabando el establecimiento en sus redes sociales. Algo similar le ha ocurrido en alguna ocasión a Pepe Solla. «¡Querían venir a comer gratis con sus parejas!», dice de personalidades con seguidores en las redes sociales que superan los cinco dígitos. Pero el chef de Casa Solla también se opuso. «Es que no entiendo este tipo de estrategias, no le puedes pedir al cliente nada porque cada uno tiene que ser libre para opinar lo que quiera. Lo contrario es contraproducente hasta para el restaurante, a no ser que sea un local dirigido a un público muy determinado que se mueve por modas».

«El producto se vende solo»

«Esto que hace el restaurante de Milán solo lo entiendo para que te conozcan como forma agresiva de competir con tus seguidores y, aún así, yo no aplicaría jamás estas herramientas. Mis padres vienen una vez al mes al restaurante y pagan religiosamente, ¿cómo no le voy a pedir lo mismo al resto de clientes? Aunque tengan miles de seguidores pagarán igual», comenta Jorge Gago, chef del restaurante compostelano A Maceta. Este cocinero mantiene que la única forma de conquistar a los clientes es el buen hacer en cocina. Y más en Galicia, «donde el producto se vende por sí solo». De hecho, apunta: «Las redes sociales hablan bien de ti cuando lo haces correctamente, nunca debe invertirse el proceso».

Para Alberto Lareo, que tilda de «vacile» que el restaurante regale platos en función del estatus de cada uno en las redes, lo importante es no olvidar que un restaurante es una empresa. «Cobrar, acorde a la calidad, es la base del negocio. Vivimos de lo que vendemos y eso nos obliga a hacer bien nuestro trabajo», apunta.

«Nunca pediría ir a comer gratis, pero hay locales que me invitan porque les doy visibilidad»

Iria Lata pertenece a ese selecto grupo que, de acudir al restaurante This Is Not a Sushi Bar, tendría premio. Su cuenta de Instagram, @myblueberrynightsblog, tiene más de 40.000 seguidores, lo que la convertiría en una clienta ideal para este local milanés. Además de poder llenar el buche con cuatro platos gratis, su comunidad de seguidores seguramente daría por válida su opinión respecto a este restaurante japonés. La visibilidad que los influencers tienen sobre todo en ciudades de tamaño medio es un filón para locales que acaban de abrir sus puertas o que quieren mostrar un producto determinado. Eso sí, lo advierte esta coruñesa de 27 años: «No es oro todo lo que reluce».

«Hay mucha gente que compra seguidores y falsea los ‘‘me gusta’’, así que un acuerdo que podría ser rentable para el restaurante ya no lo es. Pero si el local estudia el perfil de un influencer que se adecúe al público al que se quiere dirigir, este método de publicidad funciona. Es rentable, no se puede discutir».

Intercambio de intereses

Esta bloguera explica que no se trata de comer gratis, porque hay un intercambio de intereses: «Yo voy a tu restaurante a comer, hago una fotografía profesional que genera determinado impacto y tú puedes utilizarla en tus redes». Además, explica que ella nunca pediría que la invitaran a un local, pero que colabora con restaurantes de A Coruña «para promocionar un desayuno nuevo o un brunch».