Monseñor Romero, el adalid de la iglesia de los pobres, y Pablo VI ya son santos

kelly velasquez CIUDAD DEL VATICANO / AFP

SOCIEDAD

Casa de S.M. el Rey

El papa también canonizó a Ignacia March, fundadora de un sindicato obrero femenino

15 oct 2018 . Actualizado a las 08:08 h.

El papa proclamó santos al arzobispo salvadoreño Óscar Romero, emblema de una Iglesia comprometida con los pobres y asesinado durante una misa en 1980, y al papa italiano Pablo VI, el pontífice del diálogo e impulsor del concilio Vaticano II. Lo hizo en una multitudinaria misa de canonización celebrada ayer en la plaza de San Pedro del Vaticano ante más de 70.000 personas. «Declaramos y consideramos santos a Pablo VI y a Óscar Arnulfo Romero Galdámez», declaró, según la fórmula en latín el papa Francisco, quien canonizó en la misma ceremonia a la monja española Ignacia March Mesa Nazaria (1889-1943), a los religiosos Francisco Spinelli, Vicente Romano, María Catalina Kaspers y al laico Nuncio Sulprizio.

El papa Pablo VI fue «el profeta de una Iglesia extrovertida que mira a los lejanos y cuida de los pobres», declaró Francisco durante la homilía. «Es hermoso que junto a él y a los demás santos y santas de hoy, se encuentre Monseñor Romero, quien dejó la seguridad del mundo, incluso su propia incolumidad, para entregar su vida según el Evangelio, cercano a los pobres y a su gente, con el corazón magnetizado por Jesús y sus hermanos», añadió suscitando aplausos y ovaciones.

En homenaje, el pontífice usó como vestimentas litúrgicas durante la ceremonia el cíngulo con sangre que llevaba en la cintura Romero el día de su asesinato en 1980, así como la casulla de Pablo VI.

En un ambiente festivo, los cerca de 7.000 salvadoreños congregados en la plaza cantaban y enarbolaban pancartas con la imagen de monseñor Romero, asesinado el 24 de marzo de 1980 por los escuadrones de la muerte mientras oficiaba misa, y quien se convirtió en un icono mundial de la defensa de los pobres y de la lucha contra la violencia.

«Yo no soy católica, soy romerista», contó la salvadoreña Julia Martínez Colocho, de 40 años, quien trabaja como limpiadora de casas en Nueva York y ahorró para cumplir lo que considera un sueño. La canonización de Romero (1917-1980) en el Vaticano, donde contó con numerosos enemigos, reivindica también la figura de un obispo que fue perseguido, humillado y amenazado, incluso por la propia curia romana, que intentó por años bloquear el proceso.

Tanto Romero como Pablo VI representan las contradicciones y las dificultades que vivió la Iglesia del siglo XX, y fueron atacados y criticados dentro de la misma institución por sus aperturas a los cambios de la sociedad y por sus pedidos de mayor justicia social. Pablo VI, el primer papa viajero y el primero en pisar Tierra Santa, viajó a Colombia en 1968 e impulsó el diálogo con las otras religiones.

Incluso «en medio de dificultades e incomprensiones», fue testigo de «la belleza y la alegría de seguir totalmente a Jesús», reconoció ayer Francisco al recordar las críticas y las polémicas que suscitó su pontificado dentro y fuera de la Iglesia, entre ellas por el «no» a la píldora anticonceptiva en la era de la revolución sexual.

La monja española Ignacia March Mesa Nazaria recorrió varios países, desde México, Argentina y Uruguay hasta Bolivia, donde fundó el Instituto de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia, una congregación que cuenta con casi 80 comunidades en 21 países. La nueva santa trabajó en las minas, en los mercados, con los desempleados, encabezó manifestaciones y movilizó a las mujeres para fundar un sindicato obrero femenino.