¿Quién se ocupa del bebé por las noches?

Lucía Vidal REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Lucía Vidal / Álex López-Benito / Senén Rouco

Según el CIS, solo el 5,6 % de los padres, frente al 87,7 % de las madres, se ocupa fundamentalmente de la atención de los hijos en los primeros tres años de vida

13 oct 2018 . Actualizado a las 19:12 h.

Martín tiene un año y medio. Laura aún no ha cumplido un mes. Sus padres, Iñaki y Lucía, trabajan fuera de casa. Y dentro, claro. Todavía disfrutan de permisos de paternidad y maternidad, respectivamente. Es media tarde y pasean por el parque de Vioño, en A Coruña, aunque a paso rápido. No hay tiempo para el reposo. «Lucía está dándolle o peito á pequena así que ela é quen se levanta pola noite». Pero a Iñaki también le toca su parte: «Se esperta o neno, ocúpome eu». A lo que su pareja añade: «Home, si, pero é máis doado para el porque Martín durme dun tirón. Eu érgome un mínimo cinco veces cada noite». Ambos, sin embargo, coinciden en que «se leva ben».   

Solo dos de cada diez hombres comparten en igualdad con ellas tareas domésticas como limpiar o cocinar. Más del 60% de las mujeres españolas lo hacen siempre, o casi siempre, solas. Lo dice el barómetro del CIS, que también refleja que únicamente el 5,6% de los padres se ocupa fundamentalmente de la atención de los hijos en los primeros tres años de vida, frente al 87,7% de las madres. «No hemos avanzado tanto en igualdad como pueda parecer», asevera Jorge García Marín, secretario del Centro de Investigaciones Feministas y de Estudios de Género de la USC. «Lo doméstico no remunerado no tiene tanto interés para lo masculino como lo que está de puertas afuera, la visibilidad pública», asegura, y añade que «ellas trabajan más horas de calidad, conocen el nombre de la pediatra de su hijo, y de los profesores. Ellos se encargan de llevarlos al colegio. Hay una división de género entre tareas 'agradables' y 'desagradables'».  

Sin duda, entre las tareas 'desagradables' se encuentran los cuidados nocturnos. ¿Quién se ocupa de las criaturas durante el teórico tiempo de descanso? El periodista deportivo Juanma Castaño arrojaba hace unos días más leña al fuego de una vieja polémica con unas controvertidas declaraciones sobre el papel que a su juicio deben desempeñar los padres futbolistas en horario nocturno: «Lo de los hijos tienen que gestionarlo de otra forma. Lo digo totalmente en serio. Los futbolistas no se pueden levantar por la noche a cuidar de los hijos", dijo en su programa 'El Partidazo' de la Cadena COPE. 

«No tiene que ver con el trabajo de cada uno sino con quién esté más cansado en cada momento», apunta una mamá que empuja un carrito por el parque coruñés de Vioño. Su compañero de paseo tuvo en su día gemelos, una prueba de fuego: «Lo pasamos muy mal al principio. Las noches eran un 'sindormir'. A una hora despertaba uno. Al cabo de una hora otro. No estaban sincronizados, claro. Al final nos acabábamos despertando los dos, y uno atendía a uno y el otro al otro pequeño». Ni para ti ni para mí, que se dice, aunque reconoce que «todavía falta mucho» para que las tareas del hogar y el cuidado de los hijos recaigan en ambos miembros de la pareja al 50%. 

La incorporación masiva de la mujer al mundo laboral no se ha traducido en una equidad en los trabajos domésticos. «El patriarcado como sistema sigue existiendo en nuestra cultura. Los hombres todavía no hemos aprendido a tener otros modelos diferentes de lo que supone ejercer la masculinidad», apunta García Marín, esa idea de que la corresponsabilidad equivale todavía en muchas ocasiones al 'yo te ayudo' en lugar del 'yo me hago cargo': «Es como presuponer que el hombre es muy generoso y por tanto cede parte de su dominación para ayudar al dominado, en este caso dominada. Dar por supuesto que esa tarea no nos corresponde por nuestra naturaleza masculina. Son micromachismos, pequeñas técnicas de escaqueo».

Tampoco pasaron desapercibidas las palabras de un deportista de élite como el campeón olímpico de piragüismo Cristian Toro, a punto de ser padre: «Esto ya lo hemos hablado. Yo, por suerte, mi pareja es enfermera pediátrica, o sea que tiene experiencia con los niños, con los bebés, sobre todo. Y hemos dispuesto en casa una habitación para que esté ella con el niño por la noche y yo estar en otra habitación procurando descansar para rendir en los entrenamientos».

«Es hijo de los dos así que compartimos las tareas», nos dice una mamá que acaba de acudir a recoger a su niña de dos años en la guardería O Berce, de Arteixo. Los turnos de trabajo de la pareja marcan el ritmo de los cuidados nocturnos y quién se 'sacrifica': «Cuando él se tiene que levantar más temprano, y yo me puedo quedar a dormir un poco más, soy yo la que me levanto por la noche». Respuesta contundente también la de otra mamá con dos hijas a su cargo, que nos encontramos en el parque central de la localidad: «Pues los dos», contesta a la pregunta de quién se hace cargo de ellas cuando lloran o reclaman atención en horas intempestivas. «Él está a turnos. Si trabaja de tarde, se levanta él. Si está de mañana, me levanto yo». De la misma opinión, que los hijos son de las dos partes de la pareja, son los abuelos que vigilan, sentados en el banco, a sus nietos, encaramados a castillos y columpios. «Si los niños están malos, o necesitan algo, hay que levantarse». «Tenemos mellizos y en nuestra casa se reparten las tareas. Siempre», apuntilla otra mamá con uno de los niños a sus espaldas, vestido de uniforme. Un abuelo al cargo de dos nietos que sabe lo que es la paternidad -tuvo cinco hijos- reconoce que «trabajaba a tres turnos y algunas noches me libraba».

Gobierno y sindicatos estudiarán la posibilidad de que los permisos de paternidad y maternidad no puedan ser simultáneos durante el total de su duración, dieciséis semanas, con el objetivo de fomentar la corresponsabilidad. «Sería una medida muy positiva desde el punto de vista de una paternidad responsable, porque al final la tendencia es que siempre sea la madre la que acabe disfrutando de los permisos. Así los padres tendrán la 'obligación' de disfrutar del permiso», asegura Jorge García Marín, seguro de que en la cultura actual siguen dominando los modelos tradicionales: «Lo ves en las series de dibujos animados, las letras de las canciones más escuchadas, en películas, videojuegos... En ese sentido, no ha cambiado nada. Lo que sí que hay es una conciencia femenina cada vez mayor de 'hasta aquí hemos llegado'. Pero sigue faltando la otra parte. Y hay un cierto rebrote de comportamientos machistas, un neomachismo, porque la educación que les estamos proporcionando a las nuevas generaciones está basada aún en la oposición de lo que significa ser hombre y ser mujer».

¿Noches de insomnio?

Quizás casualidad pero el recorrido en busca de testimonios arroja más noches de ilusión que de bohemia: «Siempre durmió muy bien de pequeñita», comenta la madre de Nerea, un oasis de tranquilidad. «Es verdad que tenemos unas rutinas que intentamos cumplir a rajatabla. Sobre todo, los horarios, porque al principio tenía terrores nocturnos. Baño, relax, cuento o puzle. Nada de tele o tablet». Aunque no todos los padres son tan afortunados: «Una, la mayor, no dio nada la lata. La otra la dio toda». Hay quien toca madera -la del banco- para que la suerte siga sonriendo: «El mío duerme desde las nueve de la noche hasta las siete de la mañana», comenta una madre con su bebé en brazos. «Ni para darle de comer me despierto. No pide». Afortunada pero comprensiva: «Tiene que ser muy duro no pegar ojo en toda la noche». «Los míos del tirón», dice otra. 

Cómo conseguir una correcta higiene del sueño

Pero ¿hay secretos o trucos para que esas noches no se conviertan en un tren de sobresaltos e interrupciones? «Paciencia», responde una pragmática madre. «Tuve solo una hija, así que ¡imagínate!», exclama una joven abuela cuando le preguntamos por cómo eran sus primeras noches como mamá: «Hasta los tres años no dio una tranquila». ¿La fórmula?: «Esperar a que se canse y se duerma. Gana ella y tú vas a trabajar al día siguiente como puedes, gateando». 

Según Tamara Pablos, neuróloga infantil del Hospital Quirón Salud de A Coruña, «lo normal es que duerman. Lo contrario es la excepción e indica que o estamos malacostumbrando al bebé con ciertos hábitos o bien puede haber detrás un trastorno del sueño». En el primer caso, el principal error es «correr a atender rápidamente todos y cada uno de los requerimientos del pequeño o pequeña». Normalmente, los padres piensan que tiene hambre. «Así, el niño sabe que cada vez que llore recibirá una toma y la atención de sus padres, cuando a partir de los ocho meses en teoría la toma nocturna debería desaparecer», explica Pablos. También se 'falla' en la rutina previa al sueño: «No es necesario acostarlos ya dormidos. Deben acostumbrarse a que la cama es el inicio del proceso. Pueden estar somnolientos, sí, pero despiertos, sin necesidad de estar acompañados hasta que cierren los ojos».

Un baño a última hora del día, justo antes de irse a dormir; un masaje; leerles un pequeño cuento (que no tres o cuatro, aunque lo pidan y sea difícil no sucumbir al chantaje emocional), son prácticas aconsejables. «Los niños siempre quieren más pero hay que establecer unas rutinas muy marcadas». Desaconsejable cualquier actividad que los excite. Aunque ponerles vídeos es algo muy socorrido, «la luz azul que emiten los dispositivos electrónicos les está transmitiendo al cerebro de los niños que es de día, y así no generan la melatonina, que es la que induce al sueño. Se retrasa la sensación de adormecimiento», explica la doctora. ¿Es correcto que duerman con una luz encendida o con un peluche inseparable? «No pasa nada -matiza Pablos-, si eso les da tranquilidad y seguridad, como por ejemplo dejar la puerta semiabierta, siempre y cuando no sean dependientes de esas prácticas y puedan dormir en circunstancias distintas llegado el caso, por ejemplo, de que un día duerman en casa de los abuelos, por ejemplo». 

Sobre la posibilidad de que los niños duerman en la misma cama de los padres, o justo a su lado, la neuróloga infantil Tamara Pablos mantiene que «siempre es mejor que se acostumbren a dormir solos, porque eso ata menos a los padres, preserva su intimidad, y asegura un mejor descanso para todas las partes». 

¿Cuántas horas debe dormir un niño?

Pues depende de la edad y partiendo de la base de que hay que adaptar ese horario al de sus padres: «Hasta un año de edad, lo aconsejable es entre doce y dieciséis horas al día. A partir de los tres años, entre diez y trece; y a partir de los seis y hasta la adolescencia, de nueve a doce horas aproximadamente». En un cerebro que está en pleno proceso de maduración, «todo lo que descanse, será luego más receptivo a los aprendizajes». Actitudes caprichosas, lloros sin razón, falta de atención o irascibilidad pueden ser rasgos de la conducta de un niño que no duerme bien. «Pero tendría que darse una situación muy grave para que esa falta de sueño afectase al desarrollo neurológico».

¿Se duerme hoy peor que hace años?: «Las circunstancias han cambiado. Si los dos miembros de la pareja trabajan fuera de casa, las rutinas son diferentes y normalmente, más inestables. Es inevitable». Pablos no advierte un aumento del número de consultas relacionadas con problemas de sueño en los hijos pero sí habla de una tendencia sobreprotectora: «una sobreinformación mal gestionada puede hacer que los padres se agobien y se preocupen». ¿La pregunta más repetida en la consulta?: «Pues básicamente, padres ojerosos que quieren saber cuándo se le va a pasar».