«Los huesos dicen más de la vida que de la muerte de alguien»

Tamara Montero
tamara montero SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

XOAN A. SOLER

La antropóloga física Olalla López Costas es algo así como la «Bones» gallega: estudia esqueletos para saber cómo vivían en la antigüedad

22 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

«Física. Forense es cuando son muertos recientes». A Olalla López Costas hay quien la llama la Bones gallega. Porque, a través del estudio de los huesos, es capaz de conocer muchos aspectos de la vida de aquellos que vivieron en la antigüedad. Esta semana enseñó qué muestran los huesos en el congreso sobre priscilianismo que se celebró en Santiago.

-¿Hasta qué punto hablan los huesos?

-Bueno, hablan mucho, eso es lo bueno. Curiosamente nos cuentan más historias de su vida que de su muerte. La muerte es solo un evento en la vida de cada uno, pero lo que comemos todos los días, o las enfermedades que nos acompañan durante años y años, es lo que va a marcar nuestro esqueleto. Son pequeñas ventanas a la vida de personas que vivieron hace mucho tiempo y, además, permiten acceder a la vida de personas que no están reflejadas en las crónicas.

-Los huesos dicen qué comían y qué enfermedades tenían. ¿Qué más?

-Se puede saber, por ejemplo, si nacieron y murieron en la misma zona o si llegaron de otras áreas. También se puede saber si las personas que están enterradas dentro de una misma tumba son familia. Incluso se puede estudiar cómo les afecta la contaminación atmosférica. En yacimientos del norte de Europa estamos también viendo cómo era el trabajo con el metal, y podemos diferenciar a algunas personas, en este caso a muchas mujeres que trabajaban con el metal, probablemente en sus casas. Hay veces que podemos llegar a ver la causa de la muerte, o el tratamiento funerario que les dan: si los entierran en el mismo panteón familiar, si es por separado... A veces les echan algún tipo de pigmento como parte de las prácticas funerarias y podemos ver restos de ajuar y de animales. Todo eso nos habla de su vida.

-También estudian si había un cuidado comunitario y familiar y acceso a la medicina.

-Hay patologías que indican que cuando le sucedió algo a esa persona no tenía acceso a un médico. No quiere decir que no lo hubiera, sino que a lo mejor en el momento en el que le ocurrió no tuvo acceso a tratamiento. O sí lo tuvo, porque el hecho de curarse determinadas fracturas apunta hacia esas condiciones. Por otro lado, está lo que llamamos el cuidado social o familiar. Si una persona que tiene una enfermedad crónica, infecciosa, como puede ser la tuberculosis, vive y se entierra con el resto de la población, nos habla de que probablemente no era un marginado, a pesar de que era un foco de infección. Podemos pensar que el ser humano no ha cambiado desde la formación de nuestra especie. Lo puedes ver ahora, tú no dejarías a un familiar solo, no lo expulsarías de casa porque tuviera una enfermedad. Lo cuidarías. Y en estas sociedades lo que se observa es que hay un cuidado de esta gente que tiene más problemas.

-¿Qué importancia tiene el yacimiento de A Lanzada?

-A Lanzada para este período del priscilianismo es vital, porque es uno de los pocos yacimientos en Europa que contiene dos áreas funerarias, una del período romano y otra del período tardoantiguo.

-Se puede ver la evolución.

-Exactamente. ¿Problema? Que es esa zona concreta en Galicia, así que decir que lo que pasa en A Lanzada es lo que pasa en toda Galicia es muy arriesgado a veces.

-Y ahora trabaja con un grupo de monjas.

-Es un trabajo que acabamos de publicar con la Autónoma de Madrid y con la Universidade da Coruña. Estudiábamos monjas de Belmonte para conocer su alimentación. Últimamente, no sé por qué, trabajo mucho con monjes y monjas [ríe]. Trabajamos en Parada de Sil con unas sepulturas antropomorfas, probablemente de monjes, y luego en la catedral de Lugo hay una serie de esqueletos que son de obispos. Y en Finlandia trabajo con momias de monjes. Al final te dan una visión casi europea de cómo viven estas comunidades. Un aspecto curioso es que, a pesar de que hay bastantes yacimientos de monjes estudiados, de monjas hay muy pocas. Ahí hay un sesgo de género clarísimo en la investigación.

-A lo mejor no es tan curioso.

-No, seguramente no, porque los sesgos de género están por todos lados. Por eso a mí me gusta mucho estudiar a las mujeres y los momentos de la vida de las mujeres del pasado, como los embarazos, que son clave, y a los podemos acceder casi exclusivamente solo por los esqueletos.