Once años esperando un niño

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

MARCOS MIGUEZ

La demora para adoptar en China pasó de 18 meses a más de un decenio en 14 años; los países han convertido la adopción internacional en una opción residual

23 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Marina Li llegó a Galicia en el 2005. Sus padres iniciaron el expediente de adopción, y en año y medio estaba en casa. Lo mismo ocurrió con Rosalía. Hace catorce años que sus padres se lanzaron a un proceso internacional, y en un año y pico estaba en Muxía con su nueva familia. Ambas nacieron en China, pero en estos 14 o 15 años la realidad ha dado un vuelco a los procesos de adopción internacionales. De dieciocho meses a más de un decenio. De hecho, los adoptantes que abrieron su expediente en el año 2007 «aún están esperando que les asignen un menor, y antes en un año tenías finalizado el proceso», explican en Interadop, una de las entidades acreditadas por la Xunta para los procesos internacionales.

El caso de China es el más paradigmático, pero no es el único. En Etiopía, otro de los países con un gran número de adopciones en la comunidad, la espera era de unos dos años en el 2006. Ahora las puertas están cerradas. Vietnam solo tramita adopciones de menores con características especiales, y en Ucrania únicamente se puede prohijar a hermanos de niños que ya estén acogidos o adoptados en Galicia. De los 90 destinos que la Consellería de Política Social contempla en su portal web de adopciones, la práctica se limita a menos de diez países, ya que en el resto las demoras son enormes o hay numerosas trabas. La Xunta no niega esta realidad, «los países han ido restringiendo la vía de la adopción internacional a favor de sus propios sistemas de protección, de tal forma que en la actualidad exploran y utilizan todos los medios internos dejando solo la salida del menor de su país de origen como algo residual», aclaran.

Esto deja en una situación difícil a las familias. Las que optaron por Etiopía o Burundi se han quedado con sus expedientes en la calle, y otras que iniciaron trámites en diferentes destinos ven como los plazos se eternizan.

Sí es cierto que si los futuros padres deciden acoger en su hogar a niños mayores, que tengan alguna patología o a grupos de hermanos, los tiempos se reducen. Desde Política Social aseguran que en estos casos los procesos pueden resolverse en un año, pero tal y como admite la Administración, «podemos afirmar que en general todos los tiempos de espera se han incrementado notablemente e, incluso, en algunos países se ha cerrado totalmente esa vía». Dos de los casos más sangrantes han sido las familias que habían iniciado un proceso en Burundi y Etiopía. La quiebra de la entidad acreditada que gestionaba la adopción dejó a los padres sin opciones, y el posterior cierre de Etiopía les dio la estocada final.

Las nacionales siempre han sido procesos muy lentos. En este caso la evolución en el tiempo no ha variado en exceso. En el 2006, más o menos, el proceso para un bebé sano y menor de un año podía durar siete años. No dista mucho de la situación actual, salvo para aquellas familias que se han visto afectadas por una sentencia del Constitucional que obliga a ampliar la diferencia de edad máxima entre adoptante y adoptado a 45 años, ya que en estos casos los futuros progenitores pueden pasarse una media de nueve años aguardando la asignación de un menor.

Unas mil familias

Según los últimos datos hay 673 familias aguardando por una adopción nacional, de las que 375 están en lista única, es decir, optan a un bebé sano. En cuanto a la internacional, los países con más expedientes acumulados son China, con unos 124; Vietnam con 56; o Colombia y Bulgaria, que superan los 40. En total un millar de familias gallegas que quieren adoptar a un pequeño y para quienes el principal escollo está siendo el enorme desgaste que suponen los años de demora.

«La posibilidad de nuevos países está en 'stand by'»

MARCOS MÍGUEZ

Dice Ana Miramontes, abogada especializada en derecho de familia y adopciones, que muchas de las familias que inician un proceso de adopción, después de la primera información de la Xunta, «afirman que la ilusión se les transforma en desesperanza».

-Desde luego, no se dan falsas expectativas.

-No, la Xunta hace bien su trabajo porque rompe esos primeros esquemas idílicos que no son reales, y es necesario que el ideario de cada uno se reconstruya conforme a la realidad y las expectativas. Este es un camino emocional largo, una montaña rusa de subidas y bajadas y cuanto más informado se esté, mejor.

-Que un país cierre la adopción es frustrante para las familias, pero positivo si significa que el estado da protección a sus niños.

-Si la respuesta fuese esa, sí, de hecho nuestra mayor alegría sería tener que cerrar la puerta porque no hay niños en los orfanatos y los países dan respuesta a su infancia, pero lo lamentable es que los países que cierran no están en esa situación, sino que a veces es por inseguridad jurídica, falta de recursos o de infraestructura. Unicef recordaba hace poco que los niños de zonas de catástrofes o guerras no pueden salir en adopción, porque tiene que existir una seguridad jurídica de que hay un abandono.

-¿A qué tiene que enfrentarse una familia que inicia un proceso?

-A la información sobre la adopción y sobre los países que tienen protocolo abierto y a los requisitos de cada uno de ellos. Y también se tienen que enfrentar a que llevamos esperando mucho tiempo a que salga un reglamento, porque esas demoras nos perjudican a todos.

-¿Por qué las demoras tienen que ver con un reglamento?

-Por ejemplo por la posibilidad de apertura de nuevos países. La apertura de nuevos protocolos y otros aspectos están un poco en stand by a la espera de los requerimientos del nuevo reglamento. El nuevo Código Civil introdujo la adopción abierta, algo que funciona muy bien en Estados Unidos y que permite que las dos familias, adoptiva y biológica, tengan relación, lo que posibilitaría a muchos niños que están en instituciones y que no han roto el vínculo familiar encontrar sitio en una familia, ¡pero lo primero que necesitamos es el reglamento! Las familias hoy deben enfrentarse a que solo pueden ir a los países con posibilidades reales y ciertas, y después a la lista de espera que tengan establecida.

-¿Actualmente la demora es alta en todos los países?

-Es lo de siempre, un bebé pequeño y sano lleva a una lista de espera alta, pero conforme abres tu abanico se abre la posibilidad de que la espera no sea tan alta.