Un equipo gallego prueba con éxito una terapia que reduce el daño tras un ictus

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

IDIS

Bloquea un compuesto que se libera después de un infarto y que agrava la lesión cerebral

07 ago 2018 . Actualizado a las 09:05 h.

Falta de movilidad en las manos, pérdida de fuerza en los brazos, hormigueo, alteraciones en el lenguaje, sonrisa ladeada en el labio, que solo descubre la mitad de la dentadura... El ictus avisa antes de que se cierre el flujo sanguíneo al cerebro, pero los pacientes, uno de cada seis gallegos que en el algún momento de su vida sufrirán la enfermedad, no siempre llegan a tiempo para ser atendidos con éxito en el hospital. ¿La consecuencia? Secuelas graves en forma de incapacidad y pérdida del habla, según los casos, e incluso la muerte. Advertir los primeros síntomas y actuar con urgencia es vital para minimizar los efectos, pero también podría llegar a serlo un fármaco que, ante la mínima sospecha, se pudiese ofrecer de forma preventiva para reducir la lesión cerebral en el centro de salud en el que el afectado sea atendido en primera instancia o, incluso, por el personal de la ambulancia en la que sea trasladado. Este tratamiento está ahora un poco más cerca después del exitoso ensayo realizado por un equipo del Laboratorio de Neurociencias Clínicas del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago (IDIS) en un grupo de 50 personas, de los que la mitad era un grupo de control y el resto pacientes con ictus isquémicos.

Los resultados de la innovadora terapia se han publicado en la revista científica Annals of Neurology. La clave radica en actuar sobre el glutamato, un neurotransmisor vital para el buen funcionamiento del cerebro, pero que cuando se produce un ictus se libera de forma incontrolable y es el responsable de agravar la lesión neuronal. Laboratorios de todo el mundo llevan años intentando conseguir bloquear la generación de este compuesto después de un infarto, pero sin éxito, ya que basaban su estrategia en dirigir un fármaco al cerebro para que pudiera reducir en esta zona los niveles de glutamato. El equipo gallego, liderado por José Castillo y Francisco Campos, que también lleva años trabajando en este campo, optó por un cambio de enfoque. «Lo que hicimos fue reducir los niveles de glutamato en sangre, por lo que el efecto es más rápido y también se eliminan posibles complicaciones», explica Francisco Campos.

Los investigadores buscaron, entre los fármacos existentes, un bloqueador de glutamato y lo encontraron en un complemento vitamínico que se administra con una inyección intravenosa. El hecho de que el medicamento ya esté disponible en el mercado agilizó de forma muy importante poder realizar las pruebas con pacientes. «Lo que queríamos era comprobar que producía una disminución del glutamato en el paciente. Y fue lo que observamos. Validamos en humanos nuestros resultados experimentales en laboratorio, lo que nos da pie a seguir trabajando en esta estrategia», destaca Campos.

Eficacia mayor

Los resultados obtenidos fueron buenos, pero el mismo equipo ha desarrollado una enzima que tiene un efecto mucho mayor aún. En este caso, sin embargo, se trata de un compuesto nuevo, por lo que los ensayos clínicos en humanos son más complejos, mucho más costosos y requieren de una larga tramitación. De este proceso se encargará la multinacional farmacéutica india Sun Pharma, una de las mayores fabricantes de genéricos del mundo y que ahora quiere dar el salto a los productos originales. El grupo del IDIS licenció la patente a la empresa, aunque seguirá manteniendo el control del proceso y se encargará de la coordinación de los ensayos clínicos.

«Si todo va bien, en cinco o seis años podremos demostrar que funciona», advierte Francisco Campos. La aparición de un fármaco de este tipo en el mercado puede marcar la diferencia, por ejemplo, entre que un paciente se quede como secuela un mínimo problema de movilidad en una mano a tener una parálisis en casi todo el cuerpo.

En el actual trabajo también colaboraron los laboratorios de Mabel Loza y Eddy Sotelo, ambos de la Universidade de Santiago, y con el centro bioGUNE de Vizcaya.