Galicia apuesta por educar en vez de multar para combatir piropos ofensivos

m. cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

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Francia se suma a Bélgica al aprobar una ley que sanciona el acoso en la calle

04 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El año pasado, cuando Donald Trump viajó a Francia junto a su esposa Melania para participar en la conmemoración del aniversario de la Toma de la Bastilla no pudo evitar lanzar un elogio a la figura de Brigitte, esposa de su anfitrión, Emmanuele Macron. «Estás en muy buena forma» le dijo a ella, justo antes de dirigirse a su esposo para repetirle lo mismo con el añadido de «preciosa», como recoge un vídeo lanzado en su día por The Washinton Post. Trump lanzó un piropo en público a la esposa del gobernante de un país que acaba de aprobar la Ley contra Violencias Sexuales que, entre otras cosas, recoge la prohibición del acoso en la calle con multas que van desde los 90 hasta los 750 euros. Francia se suma de ese modo a la estela marcada por Bélgica. La cuestión es ¿entraría la frase del mandatario norteamericano en el paquete de piropos sancionables o solo son aquellos que resulten una ofensa? ¿Realmente puede multarse o incluir como delito en el Código Penal, como demanda Podemos, una cuestión tan subjetiva como esa?

El debate está en el aire. En Galicia, como explican desde la Secretaría Xeral de Igualdade en referencia a la iniciativa legislativa gala de poner multas, su estrategia para luchar contra esos piropos que ofenden es la educación. «A base está na educación. Dende aquí estamos traballando no seo do Observatorio Galego de Violencia de Xénero e dentro do Consello Galego das Mulleres e nos grupos de traballo de coeducación. Ademais, este ano ampliaremos a materia de Igualdade ao Bacharelato. Cremos que ese é o camiño», explican.

«Me parece bien que se adopte alguna medida coercitiva para concienciar sobre el tema»

Debate abierto

En la calle las posturas relativas a un tema tan subjetivo como este son divergentes. Algunas son totalmente contrarias a los piropos, como la de Concepción Rodríguez, miembro de la junta de gobierno del Colexio de Psicoloxía de Galicia, porque «son unha forma de invasión do espazo persoal que fomenta a idea de patriarcado, de que as mulleres están para servir aos homes». En este sentido, añade que hay diferencia entre un halago que pueda dar alguien con quien interacciones, o un conocido o amigo, que un desconocido con el que pueda cualquiera cruzarse por la calle: «A liberdade remata cando iso pode dar lugar a alimentar algo que produce mortes. Aínda que pareza drástica ou exaxerada, no contexto actual no que morren mulleres resulta unha vacina contra o patriarcado».

Otras son más moderadas como la de Beatriz Piñeiro, presidenta de Mulleres en Igualdade de la provincia de Pontevedra, que diferencia entre lo que ella entiende como «un delito verbal», que es cuando se produce acoso, y los hechos que son «una falta de respeto como cuando vas a una tienda y se dirigen al cliente como ‘‘cari’’. Puede que a la persona a la que se dirigen no le parezca bien».

A su juicio, cuando se produce un delito verbal al pasar de un piropo a un insulto, «me parece bien que se adopte alguna medida coercitiva como ha hecho Francia con las multas. Me encantaría que no tuviéramos que hacer estas cosas para frenarlos, pero con este tipo de acciones lograremos que no ocurran. Muchas veces los que lo hacen no piensan lo que están haciendo, con una multa es hacerlos entrar en conciencia».