Ellos son los primeros gallegos mayores de edad del milenio

SOCIEDAD

Javier Becerra / Xoán A. Soler

Nacieron en el 2000, con Internet en el hogar, llegaron a la adolescencia con los «smartphones» y este año cumplen 18 años

03 jun 2018 . Actualizado a las 21:55 h.

Esta generación es muy diferente a las anteriores. Mientras la X (nacidos entre 1965 y 1978) y la Y (de 1979 a 1996) repudiaban la etiqueta que les endosaba la sociología, aquí se acepta sin problemas. Son la Generación Z, marcada por el hecho de haber nacido en una cuna digital. «Sí, yo creo que toda esa tecnología nos ha marcado», dice el pontevedrés José María Carrera, que estudia 2.º de bachillerato en Los Sauces. «La tecnología está en todas partes, en nuestras relaciones, en nuestro entretenimiento, en todo», opina Guillermo Madriñán, estudiante compostelano del IES Rosalía de Castro. «Creo que nos diferenciamos más nosotros respecto de la gente del siglo anterior que ellos comparados con alguien de la Edad Media», apunta su compañera Sara Pietro.

Son tres percepciones de los protagonistas de una quinta en la que entran los que han cumplido o van a cumplir 18 años en el 2018. Pese a la brecha digital, de entrada no se muestran muy rompedores respecto a las metas inmediatas de su mayoría de edad. «Voy a sacar el carné de conducir». Lo dice Ana Raposo. Pero lo repiten prácticamente todos los que participan en el encuentro. También hablan de conciencia medioambiental. ¿Es compatible con ese deseo de subirse a un coche cuanto antes? Silencio. Lo rompe Jorge Moral, de O Barco de Valdeorras. No vive en una capital. «Ahí lo necesitas sí o sí», subraya. Los urbanitas tampoco conciben el transporte público: «La comodidad del coche es mucho mayor. Si hubiera opción de coche eléctrico no se contaminaría», sostiene Irene Fraga.

Ahí está una de las contradicciones de una generación que tiene muchas. ¿Su principal preocupación social? La igualdad entre hombres y mujeres. «Tiene que arraigar ese cambio», sostiene el coruñés «El machismo está inoculado. La igualdad la veo imposible a corto plazo»Mario Brenlla. Su compañera en el instituto Eusebio da Guarda Victoria Blanco habla en la misma línea. Pero se muestra pesimista: «El machismo está demasiado inoculado. Yo, la igualdad, la veo imposible a corto plazo». Muchos han ido a las manifestaciones del 8M, tomando parte activa. «Es un deber moral estar ahí», sentencia Irene Fraga. Pero todo eso ocurre con una banda sonora de trap y reguetón que, en muchos casos, fomenta todo lo contrario. «Ojo, que hay trap con perspectiva feminista como Bad Gyal», puntualiza Jorge Moral.

En las canciones de esos estilos musicales (esas que se pueden oír por la calle saliendo de los móviles de los adolescentes) se puede encontrar el sonido de la ruptura generacional. Encanta a los jóvenes y genera rechazo a sus padres. Ocurre con otras formas de ocio. La otrora demonizada televisión empieza a ser un trasto inservible. «No la veo nada, ¿para qué?», pregunta Santiago Rial, estudiante de FP de Poio. «Las cosas que me interesan las hay en YouTube», añade. El humor de los youtubers genera unos contenidos creados para esa plataforma y esas edades cuyo éxito sorprende a los adultos.

Ocurre lo mismo con las redes sociales. «Facebook es para gente mayor, prácticamente nadie de mi edad la usa. No me gusta cómo funciona», explica José María Carrera. Aquí manda el Instagram, un canal eminentemente visual donde estos chicos se sienten muy cómodos. Cuentan ya con una «Solo subo cosas que puede ver todo el mundo, que las pueda ver mi madre o mi padre» generación anterior que ha patinado en la vida on-line. Saben lo que no deben hacer. «Yo solo subo cosas que puede ver todo el mundo, que las pueda ver mi madre o mi padre. Si no, no las cuelgo», dice Diego Barbosa, de Ribadeo. Piensa en el futuro: «Me puede perjudicar dentro de unos años cuando busque un trabajo». Todos han tenido en el colegio acceso a información sobre sus riesgos. Pero todos también han visto conductas temerarias y, a través de WhatsApp, vídeos de esos que pueden afectar terriblemente a la reputación de una persona. Incluso, en algún caso, de sus propios profesores.

Ese fervor digital esconde reversos curiosos. Más allá de que algunos se declaren anti redes sociales, como Alicia Mascareñas («no estoy registrada en ninguna, no tengo esa necesidad»), llama poderosamente la atención un hecho: todos los participantes de este encuentro leen libros de papel. Desechan totalmente el e-book y los formatos digitales. Sin embargo, raro es el caso de quien ha usado una enciclopedia alguna vez y se podría decir que con estos jóvenes las bibliotecas han fenecido como lugares de documentación. Rodrigo Fernández, de Pontevedra, lo resume: «¿Teniendo un móvil e Internet para qué me voy a desplazar a una biblioteca? En el 2018 creo que no tiene ningún sentido».

Interferencias tecnológicas

Ahora las bibliotecas funcionan casi en exclusiva como aulas de estudio. A veces, para evitar las interferencias de la tecnología. «Yo tengo que ir a la biblioteca a estudiar porque si no, me paso el día con el móvil», confiesa Guillermo Madriñán: «Me acuesto con el móvil. Me levanto con el móvil. Me voy a la ducha y pongo música con el móvil. Desayuno y pongo un vídeo». ¿Hiperconexión patológica? «Hay quien no controla esto», dice Antón Lorenzo. «Estamos todo el día conectados a Internet, pero no lo considero negativo», piensa Rodrigo Fernández. «Yo creo que es uno de los grandes problemas que tenemos», replica Jorge López, de A Coruña. Todos estos recursos tecnológicos permiten un acceso inmediato a «Me acuesto con el móvil. Me levanto con el móvil. Me voy a la ducha y pongo música con el móvil»la información, algo que está influyendo de manera radical en la educación. Por ejemplo, la gran mayoría acude a tutoriales de YouTube para sus estudios. «Es muy común. Yo los uso para matemáticas, tienes un profesor gratuito on-line que explica muy bien», apunta Alba Blasco. Son críticos con su sistema educativo. Hablan de temarios excesivos. De poco pragmatismo. De profesores desmotivados. Y de la necesidad de individualizar. También, manejan una queja heredada de generaciones anteriores, pero con nueva justificación: «Hay muchas cosas inservibles que te obligan a memorizar. Son cosas que están en Internet si las necesitas», argumenta Mario Brenlla.

Jovenes que participaron en el encuentro de La Voz en Santiago
Jovenes que participaron en el encuentro de La Voz en Santiago XOAN A. SOLER

Ese conocimiento inmediato también les ha hecho pensar. «Creo que uno de nuestros defectos más grandes es el hablar sin saber. Muy poca gente se molesta en informarse de verdad», se sincera Irene Fraga. «Creemos que estamos muy informados, pero en realidad no lo estamos tanto», confirma María Carrión. Se sienten un poco superados: «Tener toda la información a tu alcance hace que no la interiorices».

Al final, resulta paradójico que con tantas opciones a su alcance los caminos de estos chicos se parezcan tanto. Un ejemplo es el de la ropa. Todos tienen en mente un mismo lugar: Inditex. Especialmente, las marcas Pull & Bear y Bershka. También Zara, en el caso femenino. ¿Concebirían un mundo sin esas tiendas? «Si no existieran esas, iríamos a otras», se ríe Alba Blasco. No se atisban cambios. Tampoco respecto al modo de divertirse los fines de semana. La discoteca, pese a la supuesta decadencia del modelo, sigue reinando. Eso sí, siempre que no haya verbena: «Si hay esa opción la preferimos. La discoteca es como la bollería industrial. La verbena es otra cosa», compara Jorge Moral.

«Asumo perfectamente que me voy a tener que ir fuera a trabajar, pero no es algo que me importe»

Los chicos que cumplen los 18 años en el 2018 vivieron el 15M y la crisis en el paso de la niñez a la adolescencia. Y en su subconsciente fueron calando cosas. Una, dar un paso al frente y sentir ese empoderamiento tan en boga. «Es como publicidad subliminal, que la vas viendo en la tele y la vas interiorizando sin darte cuenta», expone Ana Raposo. Apela, de nuevo, al ejemplo de ese 8M repleto de caras jóvenes. Dos, las estrecheces económicas. «Hemos aprendido a valorar mucho más el dinero -cree Guillermo Madriñán-. Ves a un montón de parados, a gente que no puede casi ni costearse la vida. Te hace ver la sociedad de otra forma».

En los años anteriores los medios de comunicación se llenaban de jóvenes que terminaban sus estudios, se encontraban con el paro y tenían que ir al extranjero. Eran historias que se exponían como algo traumático. Se terminó el drama. El giro es radical. «Asumo perfectamente que me voy a tener que ir fuera a trabajar, no es algo que me importe», dice María Carrión. «No cuento con poder trabajar aquí», añade Victoria Blanco. «Lo asumo perfectamente, me parece hasta deseable», concluye Sara Prieto.

Esa es una de las pocas certezas respecto a un futuro laboral lleno de incertidumbre. Hay miedo. «Vemos que piden experiencia en las ofertas y vemos que cuando acabemos de estudiar no vamos a «piden experiencia en las ofertas y no vamos a tener esa experiencia»tener esa experiencia», predice Uxío García, compostelano. Entienden que lo de quejarse por ganar mil euros forma parte de otra época. Que, pese al empoderamiento social, el rodillo de la precariedad ha dejado el terreno perfectamente arreglado para su llegada al mundo adulto. «Lo que antes era no tengo estudios superiores y voy a ser mileurista, ahora es tengo dos carreras y un máster y voy a cobrar 800 euros. Nos estamos instalando en el inmovilismos y el conformismo», critica Jorge Moral.

Desde su punto de vista, difícilmente habrá cambio por la vía de los partidos. Todos van a votar en cuanto tengan oportunidad. Pero lo harán descreídos. «Lo considero testimonial. Lo que se tiene en cuenta tu voto es ínfimo. Pero que si no votas y sale alguna coalición nefasta en el Gobierno, parte habría sido tu culpa», dice Alejandro Majadas. ¿La situación política actual? La gama de apreciaciones va desde «tenemos una democracia débil» a «¡patética!».

En esta generación ha calado totalmente la cultura del emprendedor. Es el reflejo a otra escala de la autosuficiencia de buscarse la vida en YouTube. Muchos quieren ser sus propios jefes (o el CEO, usando una terminología cada vez más habitual). «Así puedes tener más control sobre tu idea», razona Jorge Moral. Pero también hay otra meta clave para esta generación: «Convertir tu hobbie en tu propia profesión».

DIEZ NOTAS DE UNA GENERACIÓN

1. ¿Qué hacer a los 18?

Sacar el carné de conducir. Es la meta principal de la inmensa mayoría para el próximo verano. Lo asocian a la idea de no tener que depender de sus padres. Pese a los valores ecológicos, no se ven usando el transporte público.

2. IDIOMAS

Conciencia de igualdad. La desigualdad y la violencia machista es el problema social que más les preocupa y en el que se sienten más involucrados. No solo ellas. Los chicos también creen que este es el momento de cambiarlo todo. 

3. Idiomas

Dominio del inglés. Muchos hablan inglés y, los que no, se defienden. Lo ejercitan a diario en los videojuegos en Red, en el contacto con amigos de intercambios de estudiantes y en las series. Algunos conocen también el alemán o el francés.

4. Redes sociales

Instagram. Tener 18 años y no usar Instagram equivale a estar fuera de la vida social. Es el lugar de ver y dejarse ver. Otras redes que les gustan son Twitter y Snapchat. Consideran que Facebook está desfasado -«es de gente mayor»- y apenas la usan. 

5. Televisión

YouTube la ha desplazado. La otrora demonizada caja tonta se está quedando sin clientela. Salvo para los informativos y los deportes, se consume poco. En su lugar están las tabletas y el ordenador donde consumen contenidos audiovisuales.

6. Ocio nocturno

La verbena mejor que la disco. No importa que sea una zona rural o urbana. Si hay verbena, o en una localidad próxima, esta eclipsa totalmente al ocio nocturno de pubs y discotecas. El botellón pervive como opción de salir.  

7. Ropa

El dominio de Inditex. Casi sin excepción, los nacidos en el 2000 miran a un lugar a la hora de comprar ropa: los establecimientos de la multinacional Inditex. Pull & Bear y Bershka en el caso de ellos. Ellas, además, picotean en Zara.

8. Música

Trap /Reguetón. Son los dos géneros musicales del momento. Suenan en los locales a los que van y le gustan a muchos. Eso sí, también generan reacciones en contra, especialmente por el contenido machista de algunas letras.

9. Series 

Stranger Things. Consumen series a través de plataformas como Netflix, HBO y Amazon Prime. No destaca ninguna eminentemente juvenil. Les gusta Stranger Things, Juego de tronos y Breaking Bad, igual que a las generaciones más adultas.

10. Videojuego

League of Legends. Alguna chica también juega, pero aquí sobre todo mandan los chicos. Los fines de semana se pueden pasar horas y horas ante la pantalla. Jugando y socializando con el juego. A través de los chats se conocen y muchos terminan siendo amigos.