Posteriormente, el matrimonio hizo un recorrido en carroza por los lugares destacados de la villa de Windsor, decorados para la ocasión y donde fueron aclamados por las multitudes, entre ellas, por los apasionados que durmieron estos días en la calle. Muy sonrientes, los ya duques de Sussex saludaron a la gente que les vitoreaba al paso de su carroza, tirada por cuatro caballos blancos y escoltada por un destacamento del regimiento de caballería de la Guardia Real.
Al enlace acudieron como invitadas 2.640 personas, entre las que no figuraba ningún político en activo, pero sí 1.200 «ciudadanos de a pie» procedentes de todos los rincones del Reino Unido. La pareja no tendrá una, sino dos recepciones, para celebrar su unión, una para los invitados y otra para familiares y amigos más allegados, con un menú de canapés y pequeños platos, y una tarta de limón y saúco.