Del Circo del Sol al yoga en Carballo

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

SOCIEDAD

Ana Garcia

La china Xiao Hong Xu se ha integrado sin problemas : «Se aprendes a lingua entendes mellor a cultura»

15 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

A Xiao Hong Xu, profesora de yoga de 31 años, le llaman la atención muchas cosas de Galicia. Por ejemplo, que «hai moita auga», y eso le encanta. Lleva algo más de siete meses en Carballo y en los últimos no ha parado de llover. Ella viene de una pequeña aldea de Zhangjiakou, una ciudad-prefectura más grande que Galicia, de 36.000 kilómetros cuadrados y 4,3 millones de habitantes, que pertenece a la provincia de Hebei, tan grande como Castilla y León y Castilla-La Mancha juntas y 72 millones de vecinos. Un lugar remoto en el noreste de China, «onde chove moi pouco». En su pueblo, a unos 300 kilómetros de Pekín, tienen solo dos horas de agua al día.

A Xiao le gustan muchas más cosas de Carballo, el lugar donde reside y de donde es su marido, Adán. Y donde se ha integrado sin ningún problema. No solo eso: ha aprendido gallego en menos de seis meses, gracias a un curso gratuito para extranjeros, pero también por su empeño y compromiso. «Cando estás nun sitio é mellor se aprendes o idioma, podes entender mellor a xente, comunicarte...». Aún tiene mucho recorrido, a veces mezcla palabras en español, pero lo entiende todo y cada día va a más. «A xente sorpréndese, pensa que levo máis tempo. A min gústame moito aprender linguas. A próxima será o francés». El inglés ya lo tiene, y el español lo aprendió en un circo italiano. Porque, antes de llegar a Galicia, Xiao trabajó doce años en circos, los convencionales y los de teatro, tan habituales en China (y en otros lugares). Una parte de su trayectoria (casi ocho meses) estuvo en el Circo del Sol, en China. También participó en la Expo del 2010, en el pabellón de Canadá. Su especialidad eran las telas, deslizarse por ellas, con esas maniobras que parecen imposibles a los que tienen ya los músculos oxidados. «O circo é duro e perigoso», resume.

El motivo de la llegada

Obviamente, la pregunta más evidente que surge al conocer su historia es cómo llega a Carballo. Y se debe, como en tantos casos, a una historia de amor viajera. Su marido es carballés, y se conocieron en Xi’an, la turística ciudad de los soldados de terracota. Ella estaba allí el mismo día que él, coincidieron, él se sorprendió de que hablase español (incluso es difícil encontrar a los que lo hacen en inglés, explica) y empezaron poco a poco. La segunda vez se vieron en otra ciudad china. La tercera ya quedaron en una más cómoda: Calcuta, en el noreste de la India, cerca de la frontera china. La cuarta, en Pekín. Después, ya en su pueblo. Entre unos viajes y otros se recorrieron unos 40 países.

La visita a su aldea natal, de unos 400 habitantes, fue toda una experiencia. Él fue, que tengan constancia, el primer extranjero en pisarla. «Ás sete da mañá xa había veciños esperando na porta para verme», explica. Les resultaba exótico ver a alguien tan distinto, sobre todo por la nariz, más grande. «E ademais péganse á túa cara para vela máis de cerca», añade. La vida allí no es fácil, con déficit de infraestructuras o de servicios elementales en las casas. En Carballo, Xiao está feliz. «Este é un bo sitio para vivir. Mandeilles fotos e vídeos ás miñas amigas chinas e tamén lles gusta moito», asegura. El cambio está solo en el paisaje y la manera de vivir, porque en cuestiones de derechos y libertades asegura que las mujeres han avanzado mucho, y están al mismo nivel que los hombres.

Xiao valora hasta el nombre del lugar donde vive, «Carballo, unha árbore forte». También «o aire puro, a falta de contaminación, poder pasear pola beira do río, comer san, cultivar na nosa horta...». El carácter de la gente, «que ao principio parece un pouco frío, pero logo é moi amable». Le sorprende que «hai pouca xente pola rúa». Un día fue al Marineda y eso le pareció «o máis normal». Ella es un caso raro hasta por la procedencia, pues la inmensa mayoría de los chinos que viven en Galicia y España proceden de la provincia occidental de Zhejiang. En Carballo hay una veintena. Su filosofía es la de trabajar constantemente. «Incluso en China teñen tamén fama de moi traballadores. Eu valoro moito o meu tempo libre». Unos y otros escriben igual, pero hablan distinto. Los otros chinos están más centrados en relacionarse entre ellos y dedicarse a sus negocios. «Eu non quixen quedar á marxe», resume.