La información de Juno indica que a medida que se profundiza bajo la superficie del planeta, el gas de Júpiter se convierte en un líquido metálico denso que gira como si fuera un cuerpo sólido.
«En este punto, el hidrógeno se vuelve lo suficientemente conductor como para ser arrastrado a una rotación casi uniforme por el poderoso campo magnético del planeta», expuso Tristan Guillot, otro de los científicos de la misión.
Juno también ofreció datos para realizar un modelo del campo magnético de Júpiter con los datos de sus primeras ocho órbitas alrededor del planeta.
«Estamos descubriendo que el campo magnético de Júpiter no se parece a nada imaginado anteriormente», explicó Jack Connerney, también responsable científico de la misión.
Estos datos revelaron irregularidades inesperadas, regiones con un campo magnético más intenso y diferencias apreciables entre el polo norte y el sur.
Los investigadores tratan ahora de descifrar por qué se producen estas diferencias en el campo magnético de un planeta de ese tipo.
La sonda Juno llegó en julio de 2016 a la órbita de Júpiter tras cinco años de viaje y se convirtió en la nave impulsada por energía solar que viaja más lejos en el espacio.