El papa no quiere a superhéroes

r. r. garcía REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Evandro Inetti | DPA

Busca santos de «clase media» y sin «supuestos éxtasis» en su tercera exhortación, en la que dice que ayudar a los pobres es tan importante como combatir el aborto

10 abr 2018 . Actualizado a las 07:47 h.

El papa no quiere superhéroes en la Iglesia. Prefiere a héroes anónimos de carne y hueso, aquellos que trabajan por llevar el pan a su familia; a los que crían con amor a sus hijos; a los que acogen a los inmigrantes; a los que son solidarios o se comprometen con la injusticia. Algo había avanzado en sus mensajes a los fieles, pero su filosofía se recoge ahora por escrito en la tercera exhortación que ha publicado en su pontificado, la última hace dos años. El texto no es doctrina de la Iglesia, pero sí son las recomendaciones de Francisco para ser un buen católico frente a los retos del siglo XXI y, al mismo tiempo, una respuesta a sus detractores. Lo que propone en Gaudete et Exsultate (Alegraos y regocijaos) son santos «de clase media», que no son otros que todas aquellas personas que dan lo mejor de sí mismos en su vida cotidiana, más allá de «supuestos éxtasis» y cercanos a los pobres y a los que sufren.

El papa comienza definiendo los signos que se tienen en cuenta en los procesos de beatificación y canonización, pero en su texto, de 42 páginas y que no pretende ser un tratado, precisa que también existe «la santidad de la puerta de al lado» o, utilizando otra expresión, «la clase media de la santidad». «Me gusta ver la santidad en los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo...», asegura.

Francisco se retrotrae al Concilio Vaticano II, en el que se destacó que «todos los fieles cristianos» son llamados a la santidad «cada uno por su camino», en el matrimonio o el trabajo. «¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales», escribe. Así, apunta que la santidad no está «reservada» a obispos, sacerdotes o religiosos y que no hay que «desalentarse» al contemplar «modelos de santidad que parecen inalcanzables». También precisa que la vida de los santos no es «perfecta» y pueden tener «errores y caídas».

En otro momento de la exhortación, estructurada en cinco capítulos, renueva su compromiso con los olvidados, los inmigrantes y las víctimas de las «nuevas formas de esclavitud». En uno de los textos reafirma su defensa de los «inocentes no nacidos», que debe ser «clara, firme y apasionada», pero al mismo tiempo considera «igualmente sagradas las vidas de los pobres, aquellos que ya han nacido, las de los desamparados, los abandonados y los desfavorecidos, los débiles y los ancianos expuestos a refugiarse en la eutanasia...». O, lo que es lo mismo, da a entender que ayudar a los pobres debería ser tan importante como luchar contra el aborto.

También se ocupa del diablo, al que califica como una constante amenaza a la conciencia cristiana, justo dos semanas después de que se le atribuyera en una entrevista la frase de que el infierno no existe. «No deberíamos pensar en el diablo -señala- como un mito», sino como un «ser personal que nos acosa», en alusión a que las tentaciones que ofrece se encuentran en la tierra y en la vida cotidiana. Critica, además, «la alegría consumista e individualista», así como la «violencia verbal» que se escenifica en Internet o en «foros o espacios de intercambio digital».